Capítulo 34.1

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Loira se levantó contenta. La noche anterior había hablado con Maissy sobre las últimas pruebas y, al parecer, habían confirmado su buena evolución. Los antibióticos habían hecho efecto y se encontraba tan bien como indicaban los resultados. Debía seguir con cierto control y seguir tomando la medicación una semana más, pero ya le dejaban volver a sus quehaceres habituales. Después de haber cumplido las recomendaciones médicas estaba deseosa de salir de su cuarto y ver si todo continuaba en su sitio.

Había tenido pocas ocasiones de hablar con Siena sobre su grandiosa fiesta y su posterior unión. Dos eventos que quería celebrar por todo lo alto. No solían tener muchas ocasiones para divertirse y festejar en la ciudad por lo que esperaba que a todos les hiciese tanta ilusión como a ella. De momento había organizado un par de reuniones para primera hora de la noche, justo después del desayuno. Ya no volvería a cometer el error de tener reuniones durante este, ya que o venían con malas noticias que hacían que le sentase mal el desayuno o directamente intentaban matarla. Por eso había decidido que el desayuno lo haría siempre sola.

Se dirigió muy contenta a su primera reunión con Maissy y Davra. Entró en la sala y respiró hondo, oliendo el aroma a caoba de los muebles mezclado con el vino recién descorchado. Se dirigió al aparador y se sirvió una copita de vino en una hermosa y antigua copa de cristal, posiblemente de la época pre aniquilación. Se rio para sí al pensar que exageraba. Era difícil que algo tan fino durase un milenio en tan buen estado, aunque le gustaba pensar que sí. Se sentó a la cabecera de la mesa para recibir a ambas mujeres cuando entraron. Iban sonrientes, lo que le dio esperanzas a Loira de recibir buenas noticias.

— Buenas noches, queridas. Bienvenidas a la primera reunión tras mi confinamiento. Estas noches hemos estado comentando temas banales y ajenos a nuestros objetivos principales, por lo que me agrada que nos veamos con el fin de que me informéis de cómo vamos —les saludó mientras ellas se sentaban a su lado en la amplia mesa.

— No vamos a extendernos mucho puesto que, de momento, no hay avances significativos —comentó Maissy—. Yo he recibido todo el apoyo de mis compañeros que, supongo que, tras hablar con sus mujeres, han decidido participar en el proyecto dejando de lado el resto. Por ese motivo llevo toda esta semana mostrándoles todos los documentos que tenemos, todos los avances que había hecho yo sola hasta el momento y explicándoles la maquinaria que necesitamos y que está construyendo Davra.

— Me alegra que tengas ayuda y más aún de gente cualificada. Me da igual si es por decisión propia o por obligación de sus mujeres, pero me parece lo idóneo que te ayuden. Cuantas más personas trabajando y pensando, mejor, antes obtendremos resultados —contestó firmemente la Reina.

— Hasta que no dispongamos de los instrumentos necesarios para continuar me he dedicado a explicárselo, lo que me ha venido bien para repasar todo lo hecho buscando errores y escuchando sus opiniones al respecto. Concuerdan conmigo en que el camino escogido es el que más rápido y mejores resultados puede aportarnos. En caso de fallar miraremos otras opciones factibles. También he aprovechado para analizar con ellos los fetos que perdí en mis anteriores intentos. Dónde están las malformaciones y analizando su ADN y el código genético buscando errores por todas partes para comentar cuales serían más prioritarios cambiar y cómo. No hemos parado de trabajar esta semana, mi señora. Han estado a mi lado casi sin dormir, sabiendo que la dinámica no va a cambiar. Agradezco que no sean solo ayudantes, como antes, sino que se impliquen. Sí es cierto que analizar los fetos les ha resultado esclarecedor. Ambos tienen hijas y ver las malformaciones y problemas les ha hecho comprometerse realmente con el proyecto. Creo que, tras esta semana, ya no están junto a mí por obligación, sino por un compromiso propio y real. Están trabajando con la misma intensidad y ahínco con que trabajo yo misma.

La Profecía Incumplida I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora