Loira se posicionó tras su silla en la mesa del Consejo. Sorprendida, observó a Siena al otro extremo de la mesa. Era la primera noche en el Consejo que su hermana había llegado puntual desde que estaba. Y, además, también era la primera vez que la veía sonriente. Como si se sintiese cómoda allí, en lugar de llegar con la nariz torcida y frases incendiarias. O iba a pedir algo o iba a armar jaleo y lo sabía de antemano. Eso le escamó a Loira. Tramaba algo y no sabía el qué.
Decidió empezar por ella la reunión. Su hermana solía escabullirse después de hablar sobre sus cazadores, solo se quedaba hasta el final si no tenía más remedio. Así que decidió que le pediría su informe lo primero y vería si solicitaba algo o simplemente se marchaba después. Mejor lidiar con el problema al comienzo y así seguir después con lo demás tranquilamente.
Tras tomar asiento ella, se sentaron todos los demás. Cruzó los dedos sobre la mesa y miró a su hermana.
— Bien, Siena, nos alegra tenerte de nuevo aquí. Coméntanos qué tal se ha dado la recolección en esta ocasión —comenzó, dejando caer una breve sonrisa pacificadora.
— Bueno, todos tenéis delante una copia del informe que hemos hecho sobre lo recolectado —contestó Siena levantando las hojas que ella misma tenía frente a sí—. Como resumen diré que hemos traído algo de carne de ciervo y algunas ovejas. Como aún falta salir a pescar y cazar, no es una cantidad que ahora sea relevante. Íbamos, sobre todo, por fruta y cereales. Y es ahí donde está el problema. Han sido cosechas escasas ya que, por problemas en los invernaderos, las cosechas se han retrasado. Habría que volver en una semana para poder coger más. El camión ha venido lleno, aunque en su mayoría era de forraje para los animales de la granja.
— ¿Es necesario que vaya con mis técnicos a revisar los invernaderos? —preguntó Davra pensativa, frunciendo el ceño al igual que los demás.
— No creo que sea necesario. Pudieron solventar el problema con el generador y parece que funciona. No estaría de más, eso sí, que se hiciese una revisión en un par de meses de todas las instalaciones. Hace tiempo que no se revisan y podrían fallar, como en esta ocasión. No nos podemos arriesgar a perder cosechas, si podemos prevenirlo —aclaró Siena.
— Estoy de acuerdo. Cuando termine con la revisión de todos los molinos me pondré con las granjas —asintió Davra tomando apuntes en su agenda.
— Bien, entonces ¿piensas volver a la Tundra la semana que viene? —preguntó Loira ahora.
— Sería lo lógico —dijo Siena mirándola algo impaciente. ¿Por qué estaba nerviosa por su respuesta? ¿Quería que le diese su consentimiento o que se lo negase?
— No sé si es buena idea que vayas. Aún hay que salir a pescar y cazar —dijo Loira mostrando duda, a ver si Siena le dejaba claro lo que quería.
— Deberíamos ir, sin duda. Hay mucha cosecha que recoger que puede malograrse si no. Podría aprovechar estas noches para salir de caza y, al final de la semana, volver a las granjas por lo que queda —respondió su hermana con lo que a Loira le pareció cautela. Siena quería ir de nuevo. Pero ¿por qué ese interés? Cierto era que ella no veía inconveniente, aunque le resultaba extraña esa actitud. Pedía ir en lugar de exigirlo, como hacía siempre que quería algo.
— No veo inconveniente, claro está —cedió ella. Realmente no sabía qué motivos podía tener su hermana, pero le permitiría ir. Quizá quería pasar más tiempo con Arno fuera de la ciudad, con más intimidad—. Me parece bien que esta semana os dediquéis a la caza y la pesca y para finales os volváis a por lo que resta en las granjas.
— Perfecto —concluyó su hermana asintiendo y mostrando una relajada sonrisa—. Realmente hay que ir a la última granja que es a la que se le averió el generador. Del norte están todas recolectadas.
ESTÁS LEYENDO
La Profecía Incumplida I
Ciencia FicciónPrimer libro de la trilogía "La Profecía Incumplida". Dos civilizaciones supervivientes luchando por evitar que la especie humana se extinga. Dos reinos obligados a entenderse para sobrevivir, tan diferentes como la noche y el día eternos en el que...