Capítulo 28.1

57 8 0
                                    

Tiberio se quedó mirando la puerta tras la partida de Siena y Maissy. Aún estaba sorprendido de la reacción de su prima, cómo se había presentado allí y le había echado para quedarse a solas con Tajto, sabiendo que lo que iba a hacer era lejano a toda ética. También era consciente de que él tenía prohibido maltratar o dañar a un preso, eso le coaccionaba para dar respuestas forzadas que podían ser lo que quería escuchar, aunque podría no ser la verdad. Sin embargo, ella no formaba parte de la guardia por lo que no estaba sujeta a ese código y se había valido de la situación para erigirse como nueva reina y hacer lo que quisiera. Sabía que si no se hubiese agarrado a la posibilidad de que su hermana estuviese ya muerta, él no le habría dejado quedarse a solas con el reo. Por mucho que fuese la jefa de los cazadores no tenía poder sobre los guardias. Sin embargo, como reina, podía ordenar y él debía obedecer.

No había servido para nada al final porque Tajto no había hablado y la respuesta había llegado de las manos de Maissy. Aunque debía reconocer que le había encantado ver el resultado en la cara de ese traidor y le habría gustado poder hacérselo él mismo, haberle quitado esa carga a su prima pequeña.

Cualquiera que no la conociese podría haber pensado que estaba encantada con la idea de ser la nueva reina al ver como mandaba y ejercía ese nuevo poder. Pero ella no era así. Sus actos habían estado guiados por la desesperación de saber muy grave a su hermana y no poder ayudar de ninguna otra manera. Así como había podido ver el alivio en sus facciones cuando la doctora le había explicado que Loira estaba bien, fuera de peligro. Sí, era cierto que le había sorprendido su actitud y el aplomo en el momento de tomar decisiones o coger las riendas de la situación, sin embargo, no podía evitar aplaudir ante ello y regodearse ante el sangriento resultado. Finalmente, Siena había resultado ser una caja de sorpresas.

— Bueno, parece que ya no te quedan opciones. Loira estará encantada de condenarte al hielo. Acaba de salir por esa puerta tu única oportunidad de salvación —le dijo con saña a Tajto que parecía que ya dejaba de sangrar—. Lo bueno es que no lograste tu objetivo. Morirás por nada.

— Ella debería haber muerto. He fracasado —comentó, desesperanzado, antes de volverse hacia él y mirarle mostrando de nuevo su ira—, pero otro aparecerá que rematará la misión que no he podido cumplir.

— Lo dudo —se rio en su cara.

— Ellos conseguirán a otro —contestó sonriendo, queriendo ser enigmático.

— Veo que quieres seguir dejando miguitas, esperando que yo siga ese camino y llevarme donde quieres, pero no te funcionara. El Sol no te sacará de esta —le dijo con sorna viendo la cara de sorpresa y extrañeza del preso— ¿Estas sorprendido de que sepa que te referías a los del Reino del Sol?

— Estas tirando piedras a ver si aciertas. No diré nada, ya lo sabes. No voy a confirmarte ni a desmentirte nada de lo que digas —exclamó dejando de lado sus dudas y volviendo a mostrar aplomo y falta de cooperación.

— En ese caso no digas nada. Ya lo hago yo por ti —rio de nuevo cuando vio reaparecer la duda en su mirada— Hablaste con los del Sol sobre quitar a Loira de en medio porque prefieres a Siena. Ellos estuvieron de acuerdo y te azuzaron para que lo hicieras, incluso le dijiste a Vestul que lo hiciese él para no mancharte las manos, hasta que él se echó atrás y te tocó a ti.

— ¿Cómo es posible? —susurró Tajto tan bajo que tuvo que esforzarse para comprender lo que decía.

— Es posible, sí. Y lo es gracias a los del Sol que nos informaron de tus planes. Hablamos con Vestul y él sí acepto quedar fuera de esto a cambio de información. Ya nos habían indicado que él no quería matar a la Reina, así que fuimos derechos a él.

La Profecía Incumplida I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora