Capítulo 20.1

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La noche siguiente, Siena entró en la biblioteca en busca de Urai. Necesitaba alguien con quién hablar que fuese imparcial. Recordaba la reacción que había tenido cuando le comentó que había estado tomando algo con Arno. Había tenido unos gestos que le habían hecho pensar que se guardaba información o que no le gustaba para ella por algún motivo que escapaba a su comprensión. Ahora, tras la discusión, quería que fuese sincero con ella; que le explicase lo que sabía sobre su segundo en los cazadores.

Le encontró sentado en una de las mesas pasándose el dedo índice por el mentón, pensativo, mirando al infinito. Le observó, dudando si debía interrumpir sus pensamientos. Se sentía algo egoísta buscándole para hablar de sus cosas mientras llevaba semanas sin preguntarle si estaba bien o si le ocurría algo. Hoy llevaba el pelo recogido en varias trenzas de raíz hasta la parte alta de la cabeza donde su largo pelo rubio ya caía en cascada hasta la mitad de la espalda. Era un peinado que solían usar los miembros de la guardia o los cazadores, ya que normalmente el resto llevaban el pelo más bien corto. Sin embargo, Urai siempre tenía que ir en contra de lo normal. Para ser un hombre intelectual, quería tener una apariencia de guerrero, aunque Siena creía que tampoco le quedaba mal ese estilo. También era diferente en su modo de vestir, aunque eso era debido al puesto. Mientras que todos se guiaban por la gama de azules, blancos o negros, él usaba una gama de colores de verde y marrón. No sabía por qué motivo querían que él destacase si era un mero bibliotecario. Hoy llevaba unos pantalones color verde claro, con camisa blanca y un chaleco largo de tono verde oscuro. Se le había hecho extraño verle de colores que no fuesen los típicos, sin embargo, después de tantos años, tampoco se lo imaginaba con otros colores que los que usaba.

Ella se miró a sí misma, con sus pantalones ceñidos azul oscuro y una camiseta en azul claro. Estaban todos cortados por el mismo patrón, mismos colores, mismo tipo de ropa. Entendía que buscaban que no hubiese diferencias sociales entre la población, pero al final, parecían un ejército uniformado. Envidiaba a Urai por ir contra de lo establecido con los colores, con el peinado, con todo. Siena sonrió para sí al pensar que ella no llevaba vestidos casi nunca, como imponía Loira, ni mantenía ciertas leyes como la de no acercarse a su abuela.

Viéndole tan pensativo, Siena pensó que debería volver en otro momento, sin embargo, tampoco quería dejarle solo con sus pensamientos por lo que se acercó a él hasta estar a su lado, junto a la mesa.

— ¿Todo bien, Urai? —preguntó ella quedándose de pie junto a la mesa, sin atreverse a sentarse— Te veo meditabundo.

— Sí, tranquila. Todo bien —contestó indicándole con un gesto que se sentase a su lado en una de las sillas vacías—. Ayer tuve una conversación con Tiberio bastante interesante y le estaba dando vueltas.

— Vaya, espero que no sea nada grave —dijo frunciendo el ceño.

— Nada, solo me hizo unas observaciones, pero todo bien —continuó evadiendo una respuesta directa, pero sonriendo para tranquilizarla—. Cuéntame, ¿qué te trae por la biblioteca? ¿Quieres algún libro nuevo? Porque para hablar siempre tengo que ir a buscarte yo a ti.

— Sí, soy consciente de que soy una amiga horrible y que he estado tan liada que no me he pasado a verte. Parece que solo me acuerdo de ti y de este sitio de nevada en nevada —se disculpó Siena tapándose la cara con las manos en señal de vergüenza.

— Bueno, bueno —la tranquilizó palmeándole el hombro—. Estoy acostumbrado a que me ignores durante semanas por un motivo u otro. Bien sabes que soy incapaz de enfadarme contigo o guardarte rencor, así que tranquila.

— Te encanta burlarte de mí —dijo ella mirándole mal para terminar riéndose con él.

— Sabes que sí —convino él riéndose—. De todas formas, sabía que vendrías. Ha llegado hasta mis oídos cierto altercado que tuviste con Arno en la cantina, aunque nadie ha sabido explicar el motivo. Solo saben que él se fue muy cabreado y que tú te marchaste justo después con cara de querer matar a alguien. Posiblemente a él.

La Profecía Incumplida I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora