Siena llevaba varias horas encerrada en el agujero. Jamás pensó que alguna noche fuese a terminar ella misma en ese sitio. Al menos no le habían atado como habían hecho con Tajto en su momento. Caminaba nerviosa reconociendo que tenía un buen lío encima y no sabía cómo lo iba a resolver sin traicionar a unos o a otros. Por un lado, si traicionaba a su gente mintiéndoles, perdería su vida en la ciudad, su hogar; pero, por otro lado, esos días que había pasado en el Sol le habían hecho sentirse parte de algo más grande, de un futuro compartido, de la promesa de cambio a mejor que no tenía aquí.
Según había salido por la puerta la habían cogido entre dos y la habían amordazado para que no pudiese avisar a Uriel de la trampa. Él había salido detrás, con calma, vigilando el lado opuesto a donde estaba ella y suponiendo que ese lado ya estaba cubierto por sus ojos, por lo que no vio que la retenían, ni su sorpresa, ni su resistencia inicial. Él se quedó mirando a Loira y no pudo decirle que las palabras de su hermana eran falsas, que ella no la había avisado de sus planes.
Si la Reina lograba convencerle de que ella les había traicionado perdería ambas civilizaciones. Estaría vetada en las dos. Sabía que Loira podía ser persuasiva, pero no sabía hasta qué punto, ni sabía cuán fuerte sería Uriel ante sus encantos y mentiras. Si Siena se decantaba por ayudar al Sol y éstos creían a Loira, sería expulsada de toda sociedad, pero si, por el contrario, Uriel no se dejaba engañar, al menos tendría un sitio al que ir, podría volver con Alyssa y tener una vida con ella en aquella magnífica cueva. También podía dar por hecho que su hermana lograría convencerle, contarle todo y ver si era clemente con ella a cambio de toda la información que le había ocultado con anterioridad. Era la peor opción, la verdad. La Reina no había demostrado nunca ser del tipo de mujer que perdona, por lo que enterarse de que le había mentido desde mucho antes de ir al Sol empeoraría las cosas.
Si era realista consigo misma, la mejor opción era arriesgarse con el Sol. Esperar que Uriel no creyese las mentiras de Loira y así tener un sitio al que ir cuando fuese expulsada de la Noche por traición. Pensó en todo lo que tendría que dejar atrás, sin embargo, el futuro tampoco sería malo en la otra civilización. Tendría que encontrar su sitio, pero esperaba poder aportar para ser aceptada y valorada como una más.
Nadie había venido a hablar con ella aún. Ni siquiera Tiberio parecía tener ganas de interrogarla y eso era extraño. No estaba segura ni de que tuviese un guardia fuera para vigilarla porque no había escuchado ningún ruido ni movimientos desde que habían cerrado la puerta, dejándola dentro. Sin embargo, un ruido a lo lejos le preparó para una visita a su celda. Alguien llegaba.
— Hola, Siena ―saludó Tiberio entrando lentamente. No mostraba miedo por ella, parecía que venía a hablar con su prima, más que con una presa.
— Hola, Tiberio ―contestó al saludo y se sentó en la silla para que viese que estaba tranquila, sin ganas de lucha, que no iba a pelear ni causar problemas.
— Explícame toda esta situación, prima, porque te juro que no entiendo nada de lo que está pasando ―pidió con voz cansada mientras se acercaba a ella y se apoyaba en una pared cercana con actitud indolente.
— No hay mucho que contar. Ya has visto que dejé entrar en la ciudad a Uriel sin el permiso de la Reina y a escondidas de todo el mundo. Eso es traición ―explicó encogiéndose de hombro ― Pero ¿cómo os habéis enterado? No hice ruido y no había nadie que nos pudiese ver. No comprendo cómo ha sido posible que estuvieseis todos despiertos a estas horas y esperando en la puerta de la biblioteca.
— Eso es cosa de Arno. Te siguió cuando fuiste a ver a Azumara y te vio salir con los del Sol entendiendo que era una reunión clandestina. Nada más llegar informó a la Reina de lo ocurrido y, tras eso, te ha estado siguiendo sin descanso. Ha sido él quien descubrió el agujero que creaste en la pila de madera y vio la puerta. También ha sido él quién te ha seguido hoy y me ha venido a buscar en cuanto habéis entrado en la biblioteca. Estábamos ya todos prevenidos, dando por hecho que sería hoy ―le contó Tiberio lentamente mientras negaba con la cabeza, mostrándose aún incrédulo al respecto―. Tu hermana ha estado rezando a la Madre por equivocarse contigo. Por estar pensando mal de ti y haber interpretado erróneamente lo que ha ido viendo Arno.
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La Profecía Incumplida I
Science FictionPrimer libro de la trilogía "La Profecía Incumplida". Dos civilizaciones supervivientes luchando por evitar que la especie humana se extinga. Dos reinos obligados a entenderse para sobrevivir, tan diferentes como la noche y el día eternos en el que...