Trevor se quedó a solas con sus hijos después de que Siena partiese hacia su dormitorio. Estaba bastante contento con los resultados de la reunión con ella. Se recostó contra el respaldo del asiento y miró a sus hijos con cara de orgullo. Habían manejado muy bien la situación y creía tener muchas posibilidades de conseguir los objetivos marcados.
— Muy bien hecho. Creo que al menos hará todo lo posible por ayudarnos ―dijo Trevor sonriendo.
— No parece que sospeche nada sobre nuestros fines últimos ―respondió Uriel a su padre.
— No lo creo. Parece haberse quedado tranquila con la explicación de que necesitamos el submarino por unas semillas ―contestó Trevor contento.
— ¿No piensas decirle los verdaderos motivos por los que lo necesitamos? ―preguntó Gabriel al Rey.
— De momento ya nos ha costado suficiente convencerla con la poca información que le hemos dado. Si le damos el resto posiblemente se eche atrás ―contestó Trevor a su hijo con voz taciturna.
— Yo pienso que podría ser lo contrario. Creo que, si le damos toda la información, si le contamos lo que realmente estamos buscando, puede motivar su apoyo ―expuso Gabriel.
— Es una chica muy joven aún para darse cuenta de todas las implicaciones que conlleva este viaje que queremos hacer. Su inocencia, al igual que los pocos conocimientos que tiene sobre el mundo antiguo, no le van a permitir asimilar correctamente lo que realmente buscamos. Me supongo que solo le habrán contado la parte bonita e idílica del pasado. Habría que empezar explicándole que en el pasado había guerras, que los humanos habían iniciado una carrera para ver quién desarrollaba el arma más destructiva. Es cierto que en el Arca hay gran variedad de semillas, pero si lo que dice el documento es cierto, puede que nos encontremos con varias bombas nucleares. No creo que ella vea con buenos ojos que vayamos a por un arma tan destructiva, aunque sea con la finalidad de volver a poner la Tierra en marcha. Puede pensar que las queremos para destruirles. Hay que tener en cuenta que nuestra relación con ella es de hace muy pocos días. No es fácil que confíe en nosotros y mucho menos que decida apoyarnos y darnos los medios para encontrar un arma que puede acabar con toda la Noche. Es más sencillo que nos ayude por unas semillas ―explicó Trevor a su hijo.
— Lo digo porque la he visto bastante ilusionada con la idea de una Tierra que vuelva a rotar. Puede que no esté en contra de los medios necesarios para que eso ocurra ―dijo Gabriel en respuesta a su padre.
— Sí, yo también la he visto muy ilusionada con eso ―estuvo de acuerdo el rey―. Sin embargo, sigo creyendo que hay que esperar para contarle el resto. Lo sabrá, pero más adelante. Cuando nos hayamos ganado su confianza y ella se haya ganado la nuestra. Me habría gustado contar con más tiempo para afianzar la nueva relación de amistad. No contaba con que Loira la hiciese regresar tan pronto.
— ¿Cuándo vas a decirle que debe volver a casa? ―preguntó Uriel.
— Mañana. Hoy ha sido un día largo y la dejaremos descansar ―contestó Trevor suspirando―. Esperaba que se quedase con nosotros una semana por lo menos. La carta de Loira trastoca nuestros planes y me ha obligado a precipitar esta conversación con ella. Solo espero que Siena medite lo hablado y mantenga su ayuda cuando esté de vuelta en casa.
Siena estaba bastante apenada por tener que regresar a casa. Esa misma mañana le habían informado de la recepción de una carta de su hermana, la Reina, en la que se disculpaba con los dirigentes del Reino del Sol al necesitar a su hermana de vuelta. Le habría gustado quedarse al menos una semana. Se le había hecho muy corto el tiempo que había estado allí y tenía la sensación de que le quedaban muchas cosas por conocer de aquella nueva tierra y sus gentes.
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La Profecía Incumplida I
Science FictionPrimer libro de la trilogía "La Profecía Incumplida". Dos civilizaciones supervivientes luchando por evitar que la especie humana se extinga. Dos reinos obligados a entenderse para sobrevivir, tan diferentes como la noche y el día eternos en el que...