Capítulo 5

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— Aún no hay señales, Aly — indicó Val mientras mis doncellas le daban los últimos retoques a mi vestimenta.

— Te lo dije, te dije que es un desastre — me encontraba molesta.

En mi habitación, mis doncellas me terminaban de preparar para el desfile de independencia. La familia real siempre sale en carrozas, ese año no era la excepción, la diferencia es que iría en una carroza con Christopher, anunciando nuestro compromiso.

Así es... tres meses después de nuestro primer encuentro y nada más que cuatro visitas cortas de parte de Christopher, mis padres habían decidido que era momento de comprometernos, algo para lo que él ni siquiera estuvo presente y se suponía que debía ponerme el anillo, fue ayer,  y él debía estar en el palacio desde un día antes, pero no apareció, se excusó con un asunto familiar, pero prometió estar para el desfile, él mismo que empezaba en 15 minutos y adivinen quien no había llegado.

— Está guapísimo, pero a tomar por culo el príncipe Christopher, nadie deja plantada a la futura reina — exclamó Donna dándole los últimos toques a mi peinado.

Donna es mi única fuente de malas palabras en lugar.

Llevaba puesto un vestido estampado de fondo blanco con flores azul turquesa, con mangas cortas dejando al descubierto casi mis hombros completos, el cuello en V pasaba desapercibido extendiéndose hasta apenas la mitad de mi pecho y se ceñía hasta mi cadera donde había un pequeño lazo al costado con el mismo estampado que abría paso a una holgada falda a la altura de mis rodillas. Con él usé unos zapatos de tacón plateados cerrados en punta, eran incómodos, pero había una extraña regla de vestimenta para la realeza donde no podíamos mostrar nuestros dedos de los pies en público. Por último, llevaba mi cabello suelto sobre mis hombros con algunas ondas muy naturales.

Al ser el día de independencia se celebraban varias cosas en Rhea, la capital. Cómo aquel desfile donde habían bailes y demostraciones de talento sumamente culturales que terminaban en el hipódromo con la final del concurso nacional de equitación. Al finalizar se solía cantar el himno y había un show de fuegos artificiales, un día alegre donde la gente de todo Cressida venia para celebrar.

En mi caso, después del hipódromo terminaría cenando en el palacio con invitados de mi padre que seguro estarían felicitándome hipócritamente por el compromiso.

— No mandes a tomar por culo al futuro rey — le riñó Liana poniendo una delgada pulsera plateada en mi muñeca.

— No hay problema, se lo merece — les dije y rieron por lo bajo, creo que es por el hecho de que no solía expresarme de esa forma sobre nadie, hasta a mi me sorprendió, pero en mi defensa, estaba real y genuinamente enojada.

Val también vestía elegante hoy y no llevaba su iPad, en cambio llevaba un sutil auricular en su oreja que cubría bajo su cabellera rojiza.

— Es momento de bajar — avisó.

Liana me extendió la caja del anillo de compromiso, pues ya debería haberlo llevado puesto.

— ¿Saben algo...? — abrí la caja y saqué el anillo con rabia y decisión — no necesito un hombre como él para que me ponga el maldito anillo — solté antes de ponerlo en mi dedo.

Por un momento me sentí extraña al maldecir en voz alta, pero a las mujeres a mi alrededor les hacía gracia, disfrutaban aquella repentina explosión, eso amenizaba la situación, debo admitirlo, hubiera sido mucho peor a no ser por ellas.

The crown in betweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora