Capitulo 25

154 25 15
                                    


— ¿Entonces piensan ocultarme todo? ¿hasta cuando? — les pregunté a mis padres notoriamente molesta.

— Hasta que te recuperes por completo, Alya. — dijo el rey.

— ¿Qué caso tiene? Si su preocupación es mi salud mental o algo así, les prometo que ya se ha desmoronado, lo único que necesito es que sean honestos conmigo y me traten normal aunque tenga que estar la mayoría del tiempo en una silla de ruedas, porque en otro caso entraré en una profunda desesperación y no bromeo.

Ellos se miraron, mi padre se pasó una mano por la cara pensativo.

— Fue recomendación del doctor, nada de estrés — dijo desde la silla de su escritorio.

— ¡Pues eso me estresa más! — levante la voz ligeramente, me iba a volver loca.

— Aunque te permita saber sobre el ataque, no te permitiré en absoluto involucrarte en nada, Alya, eso es un hecho.

— Esta bien, puedo aceptarlo — estaba mintiendo, pero no solo a ellos, si no a mi misma — pero necesito que me digan cuando podré regresar a mi vida y mi trabajo con normalidad.

— No por ahora — respondió mi padre.

— No, yo quiero un hecho o una fecha, ¿cuando?

— Primero debes recuperarte — insistió mamá.

Tomé aire agotada. Sentía que podría explotar de frustración.

— ¿Qué tal si regreso cuando deje la medicación para el dolor? — propuse, lo dije porque sabía que sería pronto.

No contaba con que ellos también lo supieran.

— No, muy pronto — dijo mi madre al instante, mi padre asintió.

— ¿Entonces cuando?

— Cuando vuelvas a caminar con perfecta normalidad — dijo mi padre. Ni siquiera pude replicar, él me interrumpió de inmediato — No es negociable, Alya.

— Es un trato justo, cariño — agregó mi madre.

No me sentía ni medianamente cerca a volver caminar con normalidad, apenas si podia ponerme de pie por algunos segundos sin caerme o que me doliese.

Sabía que iba a ser imposible convencer a mis padres, así que solo asentí.

— Pero quiero que no me oculten un solo detalle.

— Si prometes mantenerte firme, Alya, es una cualidad importante para una reina — dijo mi madre.

— No quiero que luego me reclames ni intentes nada extraño, Alya — agregó el rey.

El hecho de que ambos me llamaran por el nombre completo eran advertencias que para mi no tenían lugar.

— Lo sé, estaré bien. ¿Donde está mi doncella?

Mi madre suspiro e hizo un gesto con su cabeza que conozco bien antes de responder, no eran buenas noticias.

— Felicia lamentablemente fue una de las víctimas, cielo, fue encontrada sin vida en el pasillo de tu habitación.

Sentí como se me cortaba la respiración, pero me esforcé por lucir tranquila.

— ¿Qué le pasó?

— Una herida de bala en su pecho — explicó con tacto —. Su familia se encargó del funeral, nosotros financiamos todo, también enviamos una carta excusándote, explicamos tu situación y lo entendieron.

No pude decir nada más, tampoco quería saber más detalles, no por el momento.

Lo único que pude hacer fue asentir y pedirle a una mucama que me llevase de nuevo a mi habitación, allí estaban Liana y Donna, al verme lo supieron de inmediato.

The crown in betweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora