— ¡Alya! — Christopher me llamaba desde la puerta al jardín, yo estaba flotando como cadaver en la piscina mientras el sol me quemaba la cara.Mis padres iban a estar muy molestos al ver cuán bronceada estaba, se suponía que debíamos ser discretos y yo no tenía forma de esconder mis vacaciones, pero en ese momento no me importó, estaba lidiando con el vacío que sentía después de despedirme de mi persona favorita, su esposa y sus dos versiones más pequeñas.
— ¡Ey! — Christopher me llamó de nuevo, esta vez desde el borde de la piscina, yo abrí mi ojo derecho.
— ¿Que pasó? — pregunté sin ánimos.
— Te vas a volver una pasa si sigues ahí.
— Pero aquí estoy bien.
— No, ya fue suficiente, vamos adentro y si quieres te preparo la cena.
— Gracias, pero estoy bien.
— No me hagas entrar a sacarte.
— No lo hagas y no me moveré.
No terminé la frase cuando saltó a la piscina y en menos de un minuto me alzó como bebé.
— No voy a dejar que entres en una pequeña depresión, ese no era el punto de todo esto — dijo mientras nos llevaba hacia las escaleras, yo noté que llevaba su pijama encima.
— Estoy triste — le dije.
— Lo sé y por eso te voy a cuidar y el primer paso es sacarte de aquí.
Literalmente eso hizo, subió las escaleras conmigo en brazos y al salir me puso en el suelo mientras me envolvió con la toalla como si fuera un burrito, él se quitó el pantalón largo de su pijama y la camisa mojada quedando en ropa interior y me abrazó del hombro mientras caminábamos hacia adentro.
Tomé una ducha y por comodidad solo me puse un camisón de él, luego propuso muchas actividades a las que me negué y terminé tomando una siesta.
Cuando desperté sentía un cosquilleo en mi espalda para nada molesto, me giré levemente hasta encontrarlo a él sentado junto a mi con un libro en una mano y la otra acariciando mi espalda.
— Buenas tardes, dormilona — dijo con una pequeña sonrisa.
— Tengo hambre — dije con voz ronca sintiendo que podría cazar y comerme un león.
— Por supuesto, si son casi las 6pm y lo único que comiste fue el desayuno — me riñó, yo solo quería comer.
— Tengo hambre — repetí sobando mis ojos.
— Vamos a buscarte algo de comer entonces — se puso de pie y dejó el libro y sus lentes sobre la mesa de noche, ahora vestía un pantalón corto de tela fina y una camisa esqueleto gris.
Me puse de pie aperezada y estiré mi cuerpo, no fue mucha mi ayuda para prepararme un sándwich, pero al comer estuve un poco más animada.
— ¿Mejor? — preguntó mientras masticaba mi último bocado, él en cambio tomaba té, algo que no hacía usualmente, luego descubrí que solo lo hacía cuando lo preparaba yo.
— Me arde la cara — le dije con la boca llena, él sonrió.
— Claro, es que estás como un camarón, los últimos días vamos a cerrar todo y no veremos el sol hasta volver a Cressida donde en cambio nos espera el invierno.
Le dio un sorbo tranquilo a su té, me sentía mal por como lo había tratado los últimos días, él no lo merecía, no merecía mi indiferencia, era un esposo increíble.
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The crown in between
Teen FictionEsta es la historia de una reina que no nació para serlo, tampoco fue criada para ello, aunque contra todo pronostico y sin que alguien le preguntase si estaba lista, tuvo que asumirlo. Tuvo que heredar el puesto al que su hermana mayor renunció y t...