Capítulo 24

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Christopher se quedó junto a mi un largo rato, tan solo sosteniendo mi mano.

No supe que un gesto tan simple podía ser tan poderoso y darme tanta seguridad hasta que lo conocí.

Sobre mis mejillas empezaba a desvanecerse la humedad de mis lagrimas, yo miraba en silencio la ventana junto a mi, era tarde, tan solo se veía la luna menguante y algunos edificios a lo lejos, Rhea desde la ventana me hacía sentir serena.

Acomodé la manta sobre mis piernas y lleve mi mirada hacia Christopher, que sentado junto a mi de nuevo leía su libro con tranquilidad.

Necesitaba dejar la camilla por un momento.

Suspiré agotada, aunque no físicamente.

A pesar de todo me sentía un poco más animada, o más bien dispuesta a cambiar de semblante y dejar de pensar, fue más fácil de lo que pensé.

Él levantó la mirada hacia mi.

— Hola — dijo en medio del silencio.

— ¿No tienes sueño? — le pregunté, él negó despreocupado.

Probablemente mentía, pero lo hizo bien.

— ¿Que lees?

— Moby-Dick, por milésima vez...

— Es un buen clásico, lo leía de pequeña.

— Este es uno de esos libros que toma un significado distinto dependiendo de la etapa de tu vida en la que lo leas.

— Lo había olvidado por completo, creo que me hará bien alguna vez leer algo distinto.

— Digo lo mismo... — se giró y dejó el libro sobre la mesita, luego regresó a mi — ¿Quieres hablar?

Mi mirada cayó a nuestras manos entrelazadas, yo asentí.

— ¿Por qué haces todo esto, Christopher? — pregunté regresando mi vista a sus ojos.

La única luz en la habitación provenía de la lámpara de mesa que Christopher utilizaba para leer.

— ¿A que te refieres? ¿A cuidar de ti? — asentí.

— Eres la única persona que se ha quedado conmigo todo el tiempo.

Él se tomó un par de segundos para responder.

— Se que tú y yo tenemos un inicio complicado y muchos de nuestros intentos por arreglarlo han sido en difíciles... Voy a ser honesto, con esto me refiero a que si hubiésemos estado en esta misma situación un par de semanas antes, definitivamente no estaría aquí, tampoco hubiera estado allá...

— ¿Qué cambió?

Frunció los hombros.

— Nosotros.

Tenía razón, y cuanta razón, pero se me hacía imposible entenderlo.

— De todas formas, gracias, aunque no quiero que sientas que tienes una responsabilidad conmigo... a pesar de las circunstancias.

— No te preocupes, si hiciera esto por responsabilidad sería mucho menos de lo que hago ahora.

— Eres increíble — le dije con ironía, aunque me causaba gracia.

—  Soy honesto — se excusó... luego miro nuestras manos, yo hice lo mismo.

— Hace poco solo hacíamos esto para aparentar algo — le dije sin levantar la vista, él me acarició la mano con su pulgar —. Me da seguridad — le confesé.

The crown in betweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora