Capítulo 41

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— ... Agradezco también el apoyo de mis padres, y todas las personas que han trabajado para poner en pie un sitio que tenía poca esperanza, agradezco a los obreros, decoradores, jardineros y asesores, entre ellos mi buen amigo Benjamin Williams, su madre Helena y su hermana Ariadna. Y por su puesto con quien he planeado y trabajado por esto todos estos meses: mi prometido, el príncipe Christopher, de parte de ambos nos comprometemos desde este momento a encargarnos personalmente para que esta fundación cumpla con su propósito de la mejor manera posible, la manera adecuada para atender todas y cada una de la necesidades especiales de cada niño que pase por estas puertas... Gracias — terminé mi discurso de 10 minutos y mientras el público aplaudía me bajé del atril y me hice junto a Christopher.

Camille tomó el micrófono.

— Así es como finalmente y con la bendición del rey se declara a partir de hoy y para siempre la inauguración  oficial de  esta fundación nombrada en honor a nuestra princesa y una de las fundadoras: Alya I.

Un asistente nos entregó una tijera enorme y sosteniéndola entre Christopher y yo cortamos un listón de seda rojo frente a nosotros inaugurando por fin nuestra fundación.

Un montón de flashes nos cegaron en el proceso y una ovación, la inauguración era con invitación así que adentro había un ambiente controlado, muchas de las personas invitadas eran familiares de niños con autismo, la gran mayoría de hecho, a excepción de Kale, Benjamin y su familia. El problema era que días atrás se había regado el rumor de que estaríamos Christopher y yo aquí y tras las rejas nos esperaba una multitud exagerada.

Yo estaba genuinamente emocionada por haberlo logrado, haber culminado el proyecto con éxito, era como un bebé para mi y aquel día fue su nacimiento ya que aún tenía un camino por delante con el propósito de cambiar muchas vidas.

Miré a Christopher que tenía la misma sonrisa que yo en mi cara y le di un abrazo, por un momento olvidé la multitud, lo abrazaba con honestidad, por primera vez algo no actuado frente a estas personas y no supe lo importante que había sido hasta días después, cuando la foto de aquel momento encabezó cada revista del país y sus alrededores.

— Felicidades — me dijo en el oído mientras me estrechaba entre sus brazos.

— Gracias... igual a ti — le respondí, él asintió.

— Sean bienvenidos, las puertas se abrirán para que puedan conocer las instalaciones, además de compartir una merienda en el jardín, es un placer tenerlos aquí con nosotros — dijo Camille antes de alejarse del todo.

Nos dirigimos hacia un costado en lo que despejaban la entrada, mientras nosotros le dimos la bienvenida también a las personas que habían contratado para trabajar allí, no las conocíamos en persona, pero si que conocíamos sus nombres, hicimos parte medianamente de su proceso de contratación ya que buscábamos con cautela los mas adecuados en cada área.

Pasamos después a tomarnos fotos con básicamente todos allí y estuvimos un rato conversando con las familias de los niños, mismos que en mayoría no habían asistido por el mismo agobio que podría causarles las multitudes y el ruido, para nada un ambiente adecuado.

Llevábamos poco más de 30 minutos socializando con las personas cuando nos acercamos con Benjamin y sus familia, su madre nos recibió eufórica.

— Alteza, me ha sorprendido que nos haya nombrado en su discurso, es muy amable de su parte, gracias.

— Para nada, Helena, le agradecemos sinceramente — le dije tomando su mano.

— Sobretodo a Benjamín que se entregó al proyecto — agregó Christopher, quien le ofreció una sincera sonrisa que Ben respondió con una más bien incomoda.

The crown in betweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora