Capítulo 31

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Nos encontrábamos tras una de las puertas auxiliares hacia el jardín que llevaba hacia la pequeña laguna por la que se atravesaba un pequeño puente adornado con enredaderas de flores naturales donde nos sacarían varias fotografías de al menos 20 cadenas informativas diferentes.

Aquel cúmulo de fotógrafos se encontraban al otro lado de la laguna, esperando por nuestra salida.

Me removí con nerviosismo en la silla de ruedas, llevaba un pantalón oscuro entubado que llegaba por encima de mis tobillos, una blusa blanca lisa sin mayor escote y un blazer del mismo color del pantalón, acompañado de unas balerinas negras ya que no podía usar aún tacón. Deje mi cabello suelto con algunas hondas y llevaba mi maquillaje natural de siempre, mínimamente modificado para lucir mejor en las cámaras.

Christopher vestía un pantalón gris oscuro, una camisa blanca con el primer botón sin abrochar y un saco gris claro igualmente sin abrochar, acompañado de unos zapatos de terciopelo azul oscuro.

Ambos íbamos entre lo formal e informal, lo ideal hubiese sido que llevara tacones o un vestido, pero los vestidos cortos ajustados aunque llegasen hasta mi rodilla aún me causaban dificultad para caminar ya que podía lastimarme y los tacones eran impensables.

El día de ayer pasamos un largo rato practicando aquellas fotos y la entrevista que viene después, todo con el propósito de darle a el pueblo un poco de ambos: que éramos la pareja del momento y apenas si nos mostrábamos en cámara.

— Ya es momento — avisó Val acercándose.

Mis doncellas me ayudaron a ponerme de pie y se encargaron de revisar que no quedara una sola arruga en mi vestimenta. Me aferré a la mano de Christopher para que pudiese darme mayor estabilidad al caminar y así ya estábamos listos para salir.

Me encontraba realmente nerviosa, pero a niveles astronómicos, no por tener que ir a tomarme fotos, si no porque aún no me sentía en las condiciones óptimas para soportar de pie tanto tiempo, si lo hacía, mis piernas empezarían a temblar y perdería el equilibrio, la fuerza, aquella sensación la conocía de memoria y la odiaba.

Christopher notó mi nerviosismo y me miró a los ojos, se veía sereno.

— No te preocupes, no te dejaré caer —  dijo con seguridad, yo solo pude asentir y un guardia desde afuera abrió la puerta para que pudiésemos pasar.

Tomé aire y me concentré.

Dimos los tres primeros pasos hacia afuera cuando nuestra vista se inundó de una cantidad incontable de flashes, caminamos el corto recorrido tomados de la mano, con tranquilidad, como si se tratase de un paseo cualquiera por el jardín.

Llegamos al punto medio del puente y nos detuvimos mirando de frente a las cámaras, lo único que se podía escuchar eran los clicks, no se les tenía permitido decir mucho y ellos solo querían la foto perfecta.

Como nos lo habían indicado en los ensayos empezamos a figurar con sutileza varías poses, siendo la primera una en donde sostengo con mi mano libre nuestras manos entrelazadas, esto con el propósito de que se viera el anillo, además según nuestro asesor, reflejaba cariño y confianza.

En la siguiente pose nos soltamos la mano y Christopher rodeó la suya en mi cadera abrazándome y yo lo rodeé con la mía mientras la otra la dejaba apoyada en su pecho, de nuevo, para que se viera el anillo, esa misma la hicimos mirándonos a los ojos con una sutil sonrisa.

The crown in betweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora