Capítulo 32

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— Finalmente el cura los declarará marido y mujer, es allí donde se besan —nos indicaba el asesor de protocolo, llevábamos la mitad de la tarde escuchando a detalle el protocolo de la boda — sé que es un momento emocionante, pero no se excedan, tan solo junten sus labios con brevedad, sin que sea algo frío tampoco, ¿lo entienden?

— Absolutamente — dijo Christopher precipitadamente, él estaba tan arto como yo de escuchar la voz de aquel hombre con acento exagerado que decía "¿lo entienden?" al final de cada oración.

— Caminaran de la mano hasta la entrada de la iglesia donde seguramente les esperará una multitud de personas, se detienen, saludan, sonríen y se dan un corto beso, incluso más breve que el anterior, esto con el fin de complementar el momento antes de que se suban al auto, ¿lo entienden?

— Perfectamente — ahora respondí yo.

— Muy bien, si es así, hemos terminado por el día de hoy, cuando regreses, Christopher, estudiaremos el protocolo de la recepción y esperemos que para ese punto la princesa esté en las capacidades de llevar a la práctica ambos protocolos, ¿lo entienden?

— Sí, y espero que así sea, gracias, Zachary por su tiempo — le agradeció mi prometido.

— Un verdadero placer, es importante que para nuestro próximo encuentro hayan memorizado cada gesto de este protocolo — señaló con sus manos los folios que nos había entregado antes con el protocolo escrito a detalle

Prometimos hacerlo y después de 10 largos minutos diciendo lo mismo de varias formas se fue finalmente dejándonos a solas en la biblioteca.

— Ahora agradezco tanto que tengas que regresar a Damaris, así no tendré que verlo en un largo tiempo — le dije.

— ¿Es posible que nos acordemos de todo esto en un momento como ese? — señaló el folio.

— No, pero quiero pensar que si memorizamos dos toneladas de mentiras en una tarde, podremos con algo así.

— Es lo qué hay... — suspiró y se estiró en la silla.

Se acercaba la hora de la cena y mi estómago ya pedía a gritos comida, por lo que me puse de pie para pasarme a la silla de ruedas.

— Me voy a cenar en mi habitación, nos vemos en... ¿tres semanas?

— Más o menos — asintió poniéndose de pie también.

Tenía vuelo de regreso a media noche y yo no pensaba salir más de mi habitación.

— Esta bien, que tengas buen viaje — le dije mientras me sentaba en la silla para proceder a rodear la mesa y dirigirme a la salida, pero él me detuvo cuando pasé por su lado. 

Atravesó su pie deteniendo una de las ruedas de mi silla.

— Despídete bien, princesa.

Lo miré incrédula y proseguí:

— Adiós, querido futuro esposo, que tengas un vuelo increíble regreso a casa, el mejor de todos — le dije con falso entusiasmo — ¿es suficiente?

Me mostró una sonrisa vacilante.

— ¿Siempre tendré que pedírtelo?

— ¿Siempre vas a querer que te dé un beso de despedida? ¿Como en las películas?

The crown in betweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora