— Christopher... hola, ¿sabes quién soy?— Hola, querida — respondió adormilado — ojalá haber perdido la memoria.
— Sí, estás bien, perfectamente.
— ¿Donde estoy? — miró a su alrededor confundido y tocó la manguerita que rodeaba sus mejillas y entraba a sus fosas nasales.
— En el hospital, tuviste una cirugía, ¿recuerdas?
Cerró los ojos de nuevo y asintió muy adormilado.
— ¿Mi familia?
— Les he llamado personalmente para informarles de la situación, no te preocupes.
— ¿Qué dijeron?
— Bueno, les expliqué que no es nada grave y que estarás mejor en unos días, pidieron que se les avisase cualquier novedad.
De nuevo asintió, yo me acerqué a su camilla. Hace poco salió de la cirugía, era casi media noche y sentía que me caería del cansancio.
Solía dormirme temprano, esto sumándole todo el estrés, era un gran tema para mi.
— Ya no me duele nada.
— Bueno, es que apenas se te está pasando la anestesia, el doctor dijo que dolerá un poco.
Hizo una mueca de desagrado y abrió sus ojos buscándome con la mirada hasta clavarlos en los míos.
— Te ves horrible — dijo sin más.
— Gracias, es lo qué me pasa por estar lo que va de la noche aquí, eres muy amable.
Frunció el ceño sin apartar su mirada.
— ¿Por qué estás aquí?
Lo mismo mismo me preguntaba, incluso Val ya se había ido, apenas estaba yo y un gran puñado de guardias.
— Ahora mismo no lo sé, me agradabas más cuando estabas dormido — le admití y sonrió aunque no era mi intención, yo hablaba en serio —. Eres mi futuro esposo, Christopher y aunque usualmente vea tu cara y sienta ganas de huir, tarde o temprano solo seremos tú y yo, siento una responsabilidad enorme por ti.
Responsabilidad, es justo lo que era.
No quisiese decirle a mis hijos que cuando su padre se enfermó, estuve en casa durmiendo. Ni siquiera habría podido dormir pensando en ello, pensando en que mi futuro esposo, (por más... Christopher que sea) la está pasando mal y está solo.
Es algo que haría por cualquier persona que quiero, y si estas cosas me van a llevar a por lo menos apreciar la presencia de Christopher cerca de mi, tenia que aceptarlo.
— Gracias — musitó con voz ronca.
Segundos después me sorprendió cuando extendió su mano hacia mi, dudé mucho en tomarla, pero finalmente lo hice.
Estaba helada, eso me estremeció un poco, odiaba tocar objetos o cosas muy frías y su mano contaba, pero no la solté.
— Es difícil, pero nos estamos esforzando que es lo que importa — dijo muy lentamente casi como si se estuviese quedando dormido de nuevo.
— Más que difícil, es raro, debo admitir — me arrepentí al instante de decir eso.
¡Así no se lograba ningún tipo de progreso!
Él me sorprendió con una muy sutil carcajada que terminó en una mueca de dolor.
— Muchísimo. Muy raro — confirmó poco después de que su dolor se disipara — como no va a ser raro si nuestra relación inició en una junta de convenio entre dos países y ni siquiera nos conocíamos cuando ya sabíamos que nos casaríamos.
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The crown in between
Teen FictionEsta es la historia de una reina que no nació para serlo, tampoco fue criada para ello, aunque contra todo pronostico y sin que alguien le preguntase si estaba lista, tuvo que asumirlo. Tuvo que heredar el puesto al que su hermana mayor renunció y t...