Capítulo 7: La empresa diabólica según los noticieros

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Un par de disparos fue lo único que logró sacar definitivamente los ojos de Arthur de su monitor.

El hombre inmediatamente se puso de pie dejando su trabajo completamente de lado y se encaminó rápidamente a la ventana. Ahí alcanzó a ver como allá abajo en la calle, un montón de gente se dispersaba a toda velocidad.

—Esos manifestantes de nuevo... Es cierto que son fastidiosos, ¿pero llegar al uso de armas no es exagerado? —se preguntó a sí mismo.

No había heridos, al parecer fueron solo disparos de amenaza. En menos de 10 minutos la fachada del edificio estaba libre nuevamente, pero para entonces Arthur ya había tomado asiento nuevamente. Ya ahí, se llevó los dedos al entrecejo levantando sus anteojos levemente para descansar un poco la vista. Suspiró agotado.

—Esto es de verdad frustrante...

Mientras tanto, arriba en la azotea, el grupo de socios aun observaba desde lo alto a las diminutas personas dispersándose por las calles huyendo aterrorizadas por el sonido de las armas.

—¿Pero que fue eso? ¿Quiénes eran esas personas? —interrogó Michelle a los demás con alarma.

—Claro, es tu primera huelga también —suspiró Roderich mientras apartaba la vista finalmente de las calles.

—¿Esto sucede a menudo? —insistió la chica.

—Lo de los disparos es nuevo, pero pareció surtir efecto muy rápidamente —aseguró Lovino admirado.

—¿Ese grupo de personas se presenta aquí a menudo? ¿Quiénes son?

—Son solo como un grupo de hippies que dicen abogar por los derechos de los trabajadores —continuó explicando el mayor de los Vargas—. La verdad es que a veces son algo molestos, pero tienen sus razones. Esta compañía nos trata como mierda.

—Ah... Es cierto que a veces me siento explotada en el trabajo —suspiró decaída Elizabeta llevándose una mano a la mejilla—. Nuestras vacaciones son casi inexistentes y la paga es muy poca, pero lamentablemente ¿qué podemos hacer al respecto?

—Odio decirlo, pero a pesar de que aprecio la intención de esos manifestantes, no conseguirán nada —añadió su esposo.

—Por supuesto que no lo harán —continuó Lovino—. Si quieres algo tienes que conseguirlo por la fuerza. El éxito de las manifestaciones pacíficas es un mito. Si quieres atacar la violencia, claramente tiene que ser con más violencia, de lo contrario nadie te prestará atención ni te tomará en serio.

—¿Y tú pelearías violentamente para defender tus derechos laborales, Lovino? —lo interrogó Elizabeta entonces con suspicacia.

—Nah, soy demasiado flojo para esas cosas, pero no me quejaría si alguien más lo hiciera por mí.

—Me agrada la idea de que alguien quiera "rescatarme", es lindo —admitió Feliciano finalmente dibujando una inocente sonrisa en su rostro—. Ellos me agradan.

Michelle permaneció observando la calle en silencio, mientras que el resto decidieron ocupar el tiempo que les quedaba en terminar sus alimentos.

Y allá abajo, corriendo desmesuradamente, se encontraban claramente nada menos que Francis y Guadalupe en medio del caos.

—¡Francis! ¡¿Francis, dónde estás?! —lo llamaba Guadalupe preocupada mientras un sinfín de personas continuaban pasando a su lado empujándola sin piedad.

Desafortunadamente habían terminado separándose, y aunque en un inicio la chica creyó que sería fácil dar con su amigo debido a lo llamativo de su traje, se equivocó completamente. Decidió que la mejor idea era encontrar un refugio, ya ahí intentaría llamarlo por teléfono. Esperaba y contestara.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora