Después de un buen rato de viaje, de haber sido arrastrada por quién sabe dónde a pie y entrar a un elevador que no sabía exactamente si bajaba o subía, finalmente fue obligada a tomar asiento nuevamente. Le quitaron la mordaza de la boca, pero ahora parecía estar atada de pies y manos a aquella silla inmovilizada contra el suelo.
Claramente lo primero que hizo apenas tuvo los labios libres fue maldecir. Era cierto que estaba aterrada, moría del miedo y la verdad es que no pudo aguantar el llanto mientras rezaba por todo el camino, pero tampoco ignoraría el hecho de que sus hermanos habían sido involucrados en aquello de alguna manera u otra y no estaba dispuesta a no plantarse a la defensiva frente a esa idea.
Sin embargo, nadie respondía a sus insultos y amenazas así que decidió callarse. Comenzaba a dolerle la garganta.
La verdad es que gritar de esa manera le permitía dejar de escuchar sus propios pensamientos, los cuales no eran más que suposiciones crueles y aterradoras del paradero de sus hermanos y cada que una de estas ideas se apoderaba de su cabeza, sus ojos volvían a llenarse de lágrimas de pavor.
—¿Finalmente te callarás? —escuchó entonces. Una voz justo frente a ella, a pocos metros de distancia. Parecía que hubiese estado ahí desde el inicio porque nunca percibió su entrada.
Esto la puso alerta inmediatamente por lo que alzó la vista de inmediato.
—¿Q-quien eres...? —se atrevió a preguntar, aunque lo único que recibió fue una risa como respuesta.
La persona pareció ponerse de pie porque enseguida comenzó a escuchar sus pasos caminar alrededor suyo.
—La verdad es que me gustaría hacer las preguntas primero, ¿te molesta? Podría comenzar con... ¿De dónde eres? Tienes una belleza muy exótica y adoro tu acento además.
Esas palabras le hicieron hervir la sangre y sentir nauseas. Desde que había llegado a Estados Unidos sus padres le enseñaron a no prestar atención a esa clase de comentarios racistas que no pretendían más discriminarla o bien, sexualizarla con el único motivo de burlarse de su nacionalidad. Y era cierto que había aprendido a ignorarles, pero desde que ellos habían fallecido fue como si hubiera perdido por completo aquella habilidad.
—Sí, racista de mierda asqueroso —respondió ella bruscamente, cosa que realmente logró sorprender al muchacho—. ¿Sabes que también va a ser exótica? La técnica que voy a utilizar para romperte la nariz apenas este libre.
Y dicho eso escupió al suelo, algo que definitivamente molesto a su secuestrador, pero no dijo nada al respecto.
—Uy, qué miedo... —se burló la voz aquella—. Aunque solo estaba jugando contigo, se perfectamente de dónde eres. Solías vivir en México, ¿no es así? Hasta hace 14 años que te mudaste a América con tus padres.
El muchacho terminó por sonreír al notar como la actitud de la chica cambió por completo al escucharlo hablar. Pareció haber perdido toda la confianza en sí misma al percatarse de la cantidad de información ese tipo que tenía acerca de ella.
La verdad es que apenas dijo aquello, su cabeza intentó automáticamente hacer una búsqueda exhaustiva de quien podría tratarse esa persona, de porque sabía lo que sabía, y lo más importante, que razones podría tener para haber decidido atacarla de esa manera.
—¿Cómo sabes eso? —alcanzó a preguntar Guadalupe.
—Nunca he visitado México, dicen que hay chicas lindas allá y que las playas son buenas —continuó hablando el individuo—. Probablemente cuando mi padre vuelva del extranjero le proponga la idea de comprar Cancún. He escuchado hablar mucho de ese lugar. ¿Es lindo?
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Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]
Fanfiction𝗣𝗮𝗿𝗲𝗷𝗮𝘀: USAMex, FrUK Francis, un inmigrante francés, acompañado de su mejor amiga Guadalupe, una chica mexicana nacionalizada en los Estados Unidos, peleará por rescatar a aquel que llama "el amor de su vida" de las garras de una terrible em...