Capítulo 55: Difícil confesión

184 24 4
                                    

—Puta madre... —murmuró la pobre Guadalupe con restos de voz ronca intentando incorporarse en la cama. Su aliento a alcohol y su cabeza adolorida debieron de haberle dado una pista de lo que había sucedido la noche anterior, pero prestó muy poca atención a su entorno desde el momento en que se dio cuenta de que tenía puesto todavía un vestido de gala.

Miró en todas direcciones. Sus tacones en el suelo, la luz del sol luchando por cruzar las gruesas cortinas de su lujosa habitación; cuando se levantó y se miró al espejo se vio obligada a presenciar su maquillaje profesional hecho un desastre por culpa de haber decidido dormir con él. Hizo una mueca de asco.

—Que mierda —se volvió a quejar aun adormilada.

Sin pensarlo más tiempo, se dirigió al baño y se lavó la cara después de cepillarse los dientes, se quitó de encima aquel incomodo vestido y eligió un par de prendas más ligeras. Finalmente observó el calendario.

—Es día de trabajo —murmuró por lo bajo—. Pero el pendejo de Alfred no me dijo nada así que no creo que se enoje porque me quedé dormida —añadió enseguida de manera aterradoramente despreocupada mientras se encogía de hombros con inocencia.

Acto seguido se vio enormemente dispuesta a lanzarse sobre su acogedora cama de nuevo, cuando de pronto el golpetear de su puerta le exigió a detenerse en seco.

Era Tolys, lo sabía porque era el único que tocaba tan amablemente ese pedazo de madera que la separaba del resto de la mansión. Y aunque de verdad tenía muchas ganas de volver a la cama, tuvo que obligarse a atender.

—Hola, buenos días —pronunció con una sonrisa y una expresión semidormida que Tolys recibió con extremo gusto.

—¡Ah! ¡Qué bueno que ya ha despertado! —exclamó viéndose tremendamente aliviado.

—Oh, lo siento, ¿ya habías venido antes?

—Sí y tal parece que tiene el sueño bastante pesado, señorita.

—Agh, lo siento mucho, Tolys —se disculpó apenada—. Alfred necesita algo seguramente, ¿cierto? Ya te dije que si es urgente puedes entrar a la habitación, de verdad no quiero causarte problemas con él.

—Oh, no se preocupe por eso. Además, no podría entrar a la habitación de una dama de esa manera —intentó tranquilizarla el contrario rechazando sus disculpas—. En cuanto al señor Jones... Si, él requiere su presencia, pero ha sido bastante paciente y comprensivo con sus horas de sueño, así que tampoco se apure por ello.

—Ah pues... ¿En serio? —cuestionó bastante confundida—. Bueno, honestamente me sorprendió un poco el hecho de que se me hubiera permitido dormir tanto tiempo. ¿Qué hora es? —añadió dirigiéndose a observar el elegante reloj en su pared—. Casi medio día... ¿De verdad Alfred no está molesto?

—Él solo quiere hablar con usted un momento, así que si pudiera encontrarse con él, la espera en el salón.

—C-claro, claro, en un segundo bajo. Solo busco mis zapatos o algo...

—Perfecto. Se lo notificaré.

Después de haber dicho eso estaba bastante dispuesto a marcharse, pero antes de que pudiera dar un paso, Guadalupe lo detuvo sujetándolo por el brazo.

—¡T-Tolys! Espera, espera, lo siento, solo una pregunta. ¿S-sabes que es lo que me va a decir? ¿Seguro que no está enojado? ¿Segurísimo?

—No se le ve especialmente enojado, señorita. Creo que no tiene que darle muchas vueltas al tema, no se preocupe.

—Si tú lo dices... Confiaré en ti entonces.

El mayordomo le regaló una última sonrisa a modo de despedida antes de dejarla sola nuevamente en su habitación. Guadalupe permaneció en el marco de la puerta unos segundos, pero enseguida la volvió a cerrar.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora