Capítulo 46: El inicio de la fiesta

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La cantidad de gente rica mezclada con los asalariados era increíble. Guadalupe nunca había visto a clases sociales tan distantes coexistir juntas en un mismo lugar.

Se suponía que se trataba de una fiesta de beneficencia y quizás por eso ese tipo de imagen era importante, pero el ambiente de todo eso no podía evitar rememorarle a todos esos whitexicans en su tierra madre que se fotografiaban con pequeños infantes de comunidades indígenas solo para mostrar su presumible humildad frente a sus miles de seguidores de Instagram. Le daba un poco de asco.

Pero Matthew lucía tan orgulloso de lo que había logrado... Aunque era obvio, no es como si esperara algo más de él, es decir, seguía siendo un tipo blanco y multimillonario, ¿no es así? Que hubiese sido amable con ella y con otros empleados de Alfred no era suficiente para se hubiera convencido que era un tipo plenamente consciente de sus privilegios.

Además...

—¿Quién se supone que son todas estas personas? —cuestionó Alfred en voz alta robándole la pregunta de la cabeza a Guadalupe.

Eran las 9 de la noche, la fiesta tenía ya un par de horas de haber dado inicio. Los trabajadores de toda la empresa fueron notificados sobre aquella reunión días antes, pero aun así no se les ofreció el día libre, simple y sencillamente se les recompensaba terminando su horario de trabajo a la misma hora que iniciaba la fiesta y estaban obligados a asistir bajo el contrato que firmaron al comenzar a trabajar en aquel lugar, muy a pesar de que el cansancio de su típica jornada laboral ya los estaba consumiendo vivos a esas horas.

Y es que a partir de entonces, comenzaron a arribar al edificio todas aquellas "personas importantes" de las que Alfred le había hablado a Guadalupe la noche anterior, y el problema con ellas yacía en que al menos un 90% de ellas eran... ¿Cómo decirlo? Extremadamente atractivas por alguna extraña razón.

Hombres con tenue musculatura marcada, mujeres de suaves y atractivas curvas. Todos altos, tan delgados, con pieles tersas y brillantes. Casi parecía una broma compararlos con los simples mortales. Hasta Guadalupe se había percatado de ello, pero bueno, la gente rica puede pagarse un sinfín de cirugías, ¿quizás todos eran así de bellos?

—Son modelos... —murmuró Alfred a su lado y entre dientes como si fuera consciente de las teorías que comenzaba a armarse la chica en la cabeza

—¿Qué?

—El hijo de puta de mi hermano invitó a un montón de MALDITAS AGENCIAS DE MODELOS.

—¿Y eso es muy malo?

Por más furioso que se le viera, Guadalupe no alcanzaba a comprender del todo cual era exactamente el problema con eso y es por eso que se atrevió a preguntarlo.

—¡¿Acaso es bueno?! —replicó el chico girándose a verla de inmediato—. ¡¿De qué me sirve eso a mí?! ¡¿De qué le sirve eso a la empresa?!

—Diría que principalmente publicidad —respondió por él una voz a sus espaldas. Por supuesto se trataba de Matthew.

—¡Matt!

—Ya verás que cuando esto termine me agradecerás —continuó hablando el muchacho ignorando el hecho de que ni Alfred ni Guadalupe lo habían notado al llegar—. Alguna tuvo que haber sido la razón por la cual tu padre me envió aquí, ¿no es cierto?

—¡Porque todos adoran hacerme la maldita vida imposible! —rugió Alfred al colmo de su paciencia—. ¡Es por eso! ¡¿En qué carajo estabas pensando cuando invitaste a todos estos imbéciles?!

—No son imbéciles, son elementos sumamente influyentes en la industria del modelaje y el cine —repuso el otro comenzando a molestarse.

Para ese momento, Guadalupe que se encontraba mirando a su alrededor aun incrédula frente a la apariencia de semejantes personajes. Justamente abrió los ojos de par en par notoriamente entusiasmada al momento en que cruzó miradas con uno de ellos.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora