Capítulo 14: La huelga decisiva

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Era casi la hora y Francis no había conseguido comunicarse con su amiga.

Mentiría si dijera que no estaba preocupado, pero intentó mantener la calma y no pensar en lo peor. Toda su vida le habían dicho que era un rey para hacer de todo un completo drama, así que lo mejor sería que no exagerara las cosas.

Se decidió por salir directamente a su punto de encuentro de siempre, donde al llegar, ya varias personas lo esperaban. Todos le saludaban con entusiasmo, Francis de verdad era popular con la gente de la ciudad, sin embargo, no veía a Guadalupe por ningún lado, y al preguntar por ella se enteró de que nadie la había visto llegar.

Intentó llamarla una vez más y obtuvo el mismo resultado que antes, ninguna de sus llamadas fue recibida. No obstante, cuando finalmente se dio por vencido, mientras miraba angustiado la hora en la pantalla de su teléfono, fue que a sus espaldas escuchó una voz que le llamaba.

—¡Francis!

Era ella, lo sabía. Entusiasmado dio media vuelta y ahí mismo se la encontró, aproximándose a él a toda prisa. Aunque había algo sospechoso en su apariencia.

La chica llevaba una mascarilla negra que le cubría por completo la nariz y la boca. De la misma manera había atado su cabello en una cola de caballo y llevaba encima una chaqueta de capucha que cubría por completo los tatuajes en sus brazos. Esto lo confundió un poco, así que esperó a encontrarse finalmente con ella para cuestionárselo.

Aunque claro, no sin antes abalanzársele encima plantándole mil besos en el rostro entre un mar de lágrimas.

—¡¿Dónde demonios estabas, niña?! —chilló el hombre sujetándola firmemente por los hombros para verla frente a frente—. ¡¿Por qué no contestabas mis llamadas?! ¡¿Tienes una idea de lo preocupado que estaba?!

—Si... lo supuse —respondió Guadalupe avergonzada—. Lo siento mucho. Mi teléfono... ¡la batería! Se murió. Se murió, sí. Fue... realmente problemático.

—¿Y no tuviste un segundo para cargarlo durante toda la mañana? ¿Al menos para darte el tiempo de responder mis mensajes? Realmente comenzaba a pensar que algo te había sucedido.

—Ay vamos, Francis. ¿Qué podría haberme pasado? No seas tan dramático. La batería se averió, tengo que comprar una nueva, o un teléfono nuevo... ¡quién sabe! Esa cosa no inspira a mejorar.

—¿Qué hay de tu teléfono de casa? Intente contactarte también por ahí varias veces. La llamada no entró nunca.

—¿De verdad...? —contestó viéndose bastante confundida por aquello, pero al notar el desconcierto en el rostro de Francis, intentó inventar una rápida excusa para no ser cuestionada al respecto—. ¡Oh sí! Quiero decir, es verdad. Eh... tuvimos un problema con el teléfono, también se averió. Creo que fue un corto circuito. ¡Si, eso fue! Vaya, seguramente eso también fue lo que estropeó mi teléfono mientras lo cargaba anoche. Ya sabes cómo son esas cosas.

Guadalupe quiso meditarlo por un momento. Seguramente los guardaespaldas de Alfred habían cortado su línea. Era algo casi obvio que podía llegar a suceder, pero nunca se detuvo a pensar en eso hasta que Francis la interrogó al respecto.

—Ya veo... Es una pena —le respondió él observándola con cierto recelo.

—Si... una pena. ¡Pero no te preocupes! Intentaré arreglarlo tan pronto como pueda.

—Deberías hacerlo. Es peligroso que estés incomunicada así. ¿Tienes dinero para costearlo? Te podría prestar algo. Creo tener algunos ahorros por ahí...

—N-no, Francis —lo rechazó ella de inmediato incrementando su nerviosismo de golpe—. Gracias, pero no te preocupes. Estoy bien, de verdad. No le des demasiadas vueltas, lo importante es que ya estamos aquí, ¿no? Y ya va siendo hora de que comencemos, ¿no crees?

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora