Capítulo 71: Una tradición

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Había pasado una semana entera y la depresión de Alfred no había pasado desapercibida. Todo aquel avance con los preparativos para recuperar la labor de la empresa se habían pausado, ya que al final de cuentas, por un momento dejó de encontrarles sentido.

Ahora quedaba más que implícito que Alfred acababa de convertirse en el nuevo CEO de Jones Corporation, ¿pero que se suponía que hiciera? Simplemente parecía que no le interesaba hacerse cargo de la empresa si no existía alguien a quien enorgullecer.

Guadalupe por su parte estaba agotada de responder preguntas. La relativa ausencia de Alfred fue un punto positivo para que tuviera la oportunidad de pasar libremente mas tiempo con sus hermanos, sin embargo aun se veía muy en desventaja frente a la posibilidad de aprovechar esto para idear alguna forma de escapar. Aun así le sirvió para descansar del acoso de su jefe, pero no del de sus hermanos.

Esto era así, ya que estas preguntas que se veía exhausta por responder, venían de parte de los infantes, quienes buscaban entender la razón del estado de ánimo de Alfred, y cuando su hermana mayor se vio en la obligación de delatarlo, los pequeños inocentes se vieron verdaderamente turbados.

Al final, no supo como llegó a ese punto, pero después de una larga y agotadora conversación con sus hermanos, se encontraba frente a la puerta de la habitación de su propio secuestrador a punto de tocar. Estaba a un instante de hacerlo, sí, pero afortunadamente consiguió detenerse.

Se preguntó a si misma que demonios estaba haciendo, o que intentaba hacer. ¿Reconfortarlo? ¿Darle compañía? Ninguna respuesta que se le viniera a la cabeza era algo que mereciera un tipo como él, así que finalmente logró convencerse de dar media vuelta y marcharse.

Sin embargo, apenas lo hizo, alcanzó a escuchar un montón de sollozos ahogados escurrirse por la puerta; eso de verdad sonaba mal. No consiguió seguir avanzando y volvió a detenerse para girarse de nuevo en dirección a la habitación muy a regañadientes, y claro, sin perder la oportunidad de maldecirse mentalmente así misma por ser incapaz de ignorarlo.

—Uhm, Alfred —murmuró por lo bajo tocando la puerta tímidamente—. ¿Hola? S-soy Guadalupe, yo...

—Creo que de verdad eres la última persona con la que querría hablar ahora. ¿Qué mierda haces aquí?

Su voz sonaba terrible. Entrecortada y ronca, seguramente por culpa de haber llorado tanto.

—Si, eso pensé, es solo que... ¿Sabes qué? No es nada, perdón por interrumpir, en serio. No se que pensé, yo solo... Mira, ya me voy. Perdón, en serio.

Se detuvo de golpe porque en ese preciso momento escuchó un brusco movimiento, y enseguida unos pasos que se aproximaban a la puerta firmemente. No tardó ni un segundo en abrirle y mostrarse frente a ella con ese desaliñado y deprimente aspecto que acompañaban sus ojos hinchados, enrojecidos y húmedos.

—Lo siento —fue lo primero que lo escuchó decir—. N-no quise decir eso. Se que probablemente tengas muchas dudas por lo que dije e hice el otro día y yo simplemente te deje así de la nada, pero seguramente estas buscando una explicación al respecto.

—Eh... ¡¿E-eh?! ¡No, no, no, no! ¡Alfred! ¡No te preocupes por eso! —tuvo que obligarse a decir—. E-es decir, no venía a hablar de eso. La verdad es que entiendo perfectamente que tú estés...

—Escucha, no se si eso es exactamente lo que sucedió —la interrumpió con nerviosismo—, pero por alguna razón siento como si me hubiese declarado y tú me rechazaste. Lo cual, conociéndome, deberías saber que es un golpe muy bajo para mi orgullo y por ende no quisiera hablar contigo de momento.

—E-en ningún momento pensé que lo hubieras tomado como tal... ¿De verdad fue eso una declaración?

—¡¿Nooo?! —replicó el otro tomando un rubor increíble frente al dejo de inseguridad que demostró la chica—. ¡P-por supuesto que no lo fue! Yo solo... estaba confundido, así que olvídalo, ¿si? Ni siquiera estoy de humor para pensar en eso ahora.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora