—¡Agh! Si tan solo le pudiera decir que Arthur no va correr ningún riesgo dejaría de preocuparse y así podríamos concentrarnos solamente en ella y sus hermanos...
Eso fue lo que gimoteó Francis apenas se quedó solo, pero no podía ignorar que su principal preocupación era que Arthur había sido muy claro con la orden de que no quería volverlo a ver.
Y tenía miedo, por supuesto que tenía miedo de no hacer lo que le pedía porque estaba seguro de que cualquier paso en falso no conseguiría más que hacer que lo odiara más de lo que ya parecía hacerlo, pero también tenía tantas ganas de verlo otra vez que simplemente no sabía que es lo que debía de hacer.
Pero al menos tenía una semana para prepararse, eso lo tranquilizaba levemente.
Guadalupe por su parte arribó nuevamente a la oficina de su jefe a toda velocidad. Ya conocía muy bien la reprimenda que le caería encima apenas cruzara la puerta así que intentó mentalizarse para excusarse al respecto.
—¿Qué demonios fue lo que te llevó tanto tiempo? —rugió el chico al verla entrar, tal y como ella esperaba.
—El tipo era medio estúpido y no le sirvieron las indicaciones —respondió sin titubear—, tuve que llevarlo hasta la puerta del personal para que no se perdiera.
—Si... Tenía cara de estúpido —añadió receloso—. Había algo raro en él, ¿no lo crees? No lo sé... algo me dio mala espina.
—Para mí cualquiera que se venga a parar a tu empresa por voluntad propia ya es raro, así que no sabría responder —concluyó Guadalupe secamente a la par que se encogía de hombros con el fin de demostrar su desinterés, esperando conseguir que no le diera más vueltas al tema.
Alfred rodó la mirada dejando escapar un bufido. Era cierto que quizás estaba más irritable que de costumbre debido a la presencia de su hermano, pero también se le podía notar más cansado, ya que por más furioso que estuviera, se tornaba muy raro que reaccionara con la intensidad que acostumbraba a esa clase de respuestas.
Y ese fue el estado de ánimo que mantuvo durante todo el resto de la semana, así mismo el ambiente en la mansión se había tornado diferente, pues el mismo Matthew parecía otro.
Se había estado ocupando arduamente por los detalles de la fiesta y día y noche no hacía más que tener la mirada clavada en un portapapeles o en la pantalla de su portátil, siempre acompañado de Carlos y dirigiéndose a Alfred solo para lo estrictamente necesario. De verdad parecía estárselo tomando en serio y su trabajo lucía tan escrupuloso que en un par de ocasiones Guadalupe se ofreció a ayudarle por la pena, aunque este se negó.
Para ella personalmente los días transcurrieron muy lentamente debido a la ausencia de sus hermanos, especialmente durante el fin de semana ya que la falta de trabajo le dificultaba demasiado encontrar una manera de pasar el tiempo sin pensar en ellos, le era casi imposible distraerse.
No obstante, y para su aparente fortuna en momentos como ese, Alfred era un niñato de lo más irresponsable, que durante la noche del domingo tenía un montón de papeleo encima que arreglar y revisar para el día siguiente.
Era tanto trabajo que ni siquiera le era conveniente dejar a Guadalupe haciéndolo todo sola, así que a altas horas de la madrugada ambos se encontraban juntos sentados frente a la gran mesa del salón, leyendo y firmando una pila enorme de documentos que casi parecía interminable.
—Carajo... Quiero irme a dormir —gruñó el muchacho entre dientes.
Y es que durante toda la noche había hecho eso, rezongar cada 5 malditos minutos. A veces, Guadalupe estaba convencida de que esperaba una respuesta de su parte, pero ni siquiera sabía que se suponía que tenía que responder a lloriqueos como esos.
ESTÁS LEYENDO
Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]
Fanfiction𝗣𝗮𝗿𝗲𝗷𝗮𝘀: USAMex, FrUK Francis, un inmigrante francés, acompañado de su mejor amiga Guadalupe, una chica mexicana nacionalizada en los Estados Unidos, peleará por rescatar a aquel que llama "el amor de su vida" de las garras de una terrible em...