Capítulo 43: Un reencuentro exitoso

156 20 10
                                    

Marie.

Apenas estaban a un par de metros de la oficina, prácticamente no habían dado más de dos pasos después de que la puerta se hubiera cerrado.

Marieee.

Mientras andaba, Guadalupe estaba esforzándose arduamente por ignorarle, al menos hasta que ya se encontraran a una distancia "segura" de la oficina (si es que eso existía considerando que era plenamente consciente de que todo el maldito edificio era un campo minado).

—¡Marie! ¿Me estas escuchando? —terminó por decir el otro claramente impaciente a ese punto. Sin embargo, al no recibir respuesta alguna, la tomó por el hombro haciéndola detenerse, la obligo a darse la vuelta y se quitó el bigote falso de encima—. Marie, soy yo, Francis.

Aquella revelación era verdaderamente ridícula e inservible hasta cierto punto, pero también era peligrosa.

La verdad es que el plan de la chica era llevarlo a un sitio despejado donde consiguieran conversar tranquilamente y donde no hubiera moros en la costa o al menos no cámaras de vigilancia que Alfred pudiera monitorear, pero Francis no estaba poniendo en lo absoluto de su parte y para ese punto no podía creer que fuera tan idiota como para no dimensionar el peligro que significaba revelar su identidad sin cuidado alguno.

Pero eso sería inútil, creyó que podría controlarse, pero verlo de nuevo, ver esos ojos de frente de nuevo... Simplemente no lo consiguió.

Creyó que era preferible ir más lejos, pero no le sería posible, fue así que sin dejar esperar un instante mas, lo sujetó de la mano con suma firmeza y lo arrastró consigo hacia aquel que antes se había convertido en su lugar seguro para llorar, el cuarto de limpieza del último piso.

M-Marie —la llamó el hombre mirando a su alrededor un tanto confundido—, ¿qué es lo que...?

Pero no continuó hablando, aunque tampoco diría que su desconcierto no había sido disipado. Apenas la chica cerró la puerta, se ocupó de hundir su rostro en el pecho del muchacho y estalló en lágrimas, era un llanto verdaderamente doloroso.

Su pecho se agitaba con fuerza aun cuando Francis podía notar que se estaba esforzando al máximo por mantener un perfil bajo y silencioso. Las arcadas le ganaban al mismo tiempo que se aferraba a él con una fuerza descomunal, casi encajando los dedos en su espalda como si sintiera que si le soltaba, no lo volvería a ver.

Aunque hacia dos semanas que había entablado una conversación con él en aquella desastrosa huelga que se vio obligada a sabotear, era evidente que hasta ese momento exacto estaba teniendo la plena oportunidad de desahogarse completamente con él, de ser sincera por medio de su llanto de lo aterrada que estaba y de lo mucho que lo extrañaba.

Poco a poco Francis la envolvió en sus brazos también y apoyando su cabeza sobre ella, dejó escapar un par de nostálgicas lagrimas mientras hacia mantener un nudo en su garganta para no estallar en llanto de la misma manera que ella (aunque verdaderamente lo necesitaba, le sería imposible negar también lo asustado que estaba por su parte).

De momento no deseaba evidenciar de golpe sus grandes preocupaciones, porque si no, no tenía idea de que manera conseguiría transmitirle seguridad; sin embargo, no podía mentirse a si mismo, volver a estar tan cerca de ella le brindaba una paz y felicidad inmensas, así que tampoco pudo evitar sonreír apenas sentir la calidez de su cuerpo sobre el suyo.

Después de casi 10 minutos de lágrimas y jadeos sin parar, Guadalupe finalmente se separó del hombre para mirarle a los ojos de una vez por todas. Finalmente logró regalarle una sonrisa también.

—Mírate, princesa, estas horrible —pronunció Francis en un tono un tanto sínico, pero a la vez consolador, mientras le ofrecía un pañuelo desde el interior de su uniforme

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora