Capítulo 69: Un malentendido y una noticia importante

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El día siguiente sí que fue incómodo. Guadalupe no se percató a qué horas de la noche Alfred finalmente volvió a la mansión, porque en primer lugar, no le importaba, y en segundo, estaba demasiado cansada por su mala noche anterior como para darse el lujo de dormir tarde. Al final del día, lo único que deseaba era aprovechar la ausencia de Alfred y la presencia de sus hermanos para finalmente dormir sin preocupaciones.

No obstante, tal parecía que el hijo del CEO finalmente estaba dispuesto a darle la importancia que merecía a toda esa complicada preocupación sobre el destino de su empresa. Así que las breves vacaciones de no más de media semana que brindó a sus empleados en contra de su voluntad, estaban a punto de terminar.

Fue por esta razón que Guadalupe recuperó de una vez por todas su papel como secretaria y asistente personal de Alfred, y durante todo el día se vio en la obligación de secundar y auxiliar al muchacho en su trabajo. Era cansado, por supuesto, odiaba el trabajo de oficina, pero tenía que admitir que era de las cosas más fáciles que Alfred la obligaba a hacer comparadas a todas las peripecias insufribles que se le habían ocurrido desde que comenzó a trabajar a su lado.

Para ese momento se encontraba revisando unos documentos inundados de números. Tal parecía ser un control de gastos relacionados justamente al pasado miércoles, básicamente una especie de organización del presupuesto utilizado, algo de lo que un contador o mínimamente alguien bueno en matemáticas debería encargarse, no Guadalupe.

Lo analizaba con profunda atención hasta que una duda surgió en su cabeza, es así que de inmediato se ocupó de aprovechar que Alfred se encontraba a un costado suyo para resolver sus interrogantes. El muchacho estaba realmente concentrado en su propio trabajo, Guadalupe no tenía idea de lo que hacía, pero lo había estado escuchando teclear sobre su computador a toda velocidad desde hacía ya un buen rato. Creyó que no le caería mal un breve descanso para responderle, así que se preocupó poco por interrumpirlo.

—Oye, Alfred.

—Hmm —respondió el otro de manera vaga sin despegar los ojos de su pantalla. Guadalupe suspiró con cansancio al notar su desinterés.

—Es sobre la fiesta... —continuó mientras señalaba los papeles con la punta de un lápiz—. Quería preguntarte si...

—N-no, no digas nada al respecto, no me molestó —la interrumpió de golpe.

Y no fue hasta ese momento que lo escuchó dejar de teclear, pero sí que fue tomada por sorpresa debido a semejante contestación. No entendía desde que perspectiva esa respuesta podría resolverle alguna especie de duda y eso que ni siquiera se le había dado la oportunidad de formular su pregunta.

—¿Perdón? ¿Qué dices? —se atrevió a interrogarle nuevamente esta vez dirigiéndole la totalidad de su atención. Notó que el muchacho aunque había dejado de escribir, en ningún momento pareció atreverse a mirarla.

—¡ES DECIR! —comenzó a decir mientras se llevaba una mano a la nuca—. ¡No quiero decir que no me haya molestado que me besaras! ¡Me refiero a que...! ¡O sea, si me molestó! Quiero decir, no realmente, porque yo era quien estaba consciente y tú no, y aun así te deje hacerlo, así que no puedo justificarme demasiado, pero... Oh my God [Dios mío], no era necesario que dijera eso... E-escucha, simplemente no sigas con el tema, si lo vuelves a sacar a flote entonces sí que habrá consecuencias, ¿entiendes?

—C-claro...

Para ese punto de verdad era demasiado tarde para aclarar semejante malentendido. El chico no le brindó siquiera el más mínimo espacio para que aquello no fuera incomodo, así que decidió tragarse su duda y seguir haciendo el trabajo por su cuenta.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora