Capítulo 58: Discusión interrumpida

128 19 10
                                    

Sería difícil describir la turba de emociones negativas que habían inundado a Guadalupe desde el primer momento en que Alfred abandonó el salón. Más aún porque simple y sencillamente había habido cosas aún más incomodas, hirientes o crueles que Alfred le había dicho y hecho, y ninguno de esos momentos se comparaba con la manera en que se sentía en ese instante.

Quizás se debía a que parte de esos sentimientos negativos iban directamente en contra de ella misma. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había insultado internamente a su persona por haber bebido de más a un punto que la llevara a hacer algo como eso, y peor aún, ni siquiera recordar porque lo hizo exactamente.

Su cabeza daba vueltas y había tantas cosas que quería resolver, que no se atrevía a pensar en nada más. Y afortunadamente no tuvo que hacerlo, porque durante todo el día no hubo momento en que Alfred saliera de su habitación, ni para comer, ni para ordenar algo a Tolys, nada. Es como si estuviera inundado de ansias por no encontrarse con ella y quizás era esa precisamente la razón.

A media tarde, Tolys se dispuso a servir la cena un poco más temprano esperanzado en que Alfred bajase a comer algo, y a su vez buscando alguna manera de descubrir porque Guadalupe lucía tan agobiada (fuera de las razones obvias).

Sin embargo, ni Alfred se presentó, ni Guadalupe pronunció una sola palabra durante la cena. De verdad sus pensamientos parecían estar en otro sitio, ni siquiera lucía capaz de concentrarse en masticar cada bocado y Tolys por un momento temió en interrumpir su abstracción.

Pero de un momento a otro, cuando su plato estaba casi vacío, su rostro se iluminó por completo. Sin perder un solo instante, la chica se levantó de golpe de su silla con tal brusquedad que el pobre de Tolys no pudo evitar sobresaltarse, y cuando la miró de frente, notó que el gris en su mirada había desaparecido por completo.

—¡Ya me acordé porque lo hice! —exclamó ella sin brindar ninguna clase de contexto a semejante frase.

—Eh, señorita García, ¿se encuentra bien...?

—¡Tolys! Tolys, Tolys, Tolys —lo llamó ella clavando entonces su atención en él de golpe como si apenas se acabara de percatar de su presencia en la mesa—. ¿Crees que Alfred vaya a salir pronto de su habitación?

—L-lo dudo mucho, señorita. Él no ha dado señales en todo el día, inclusive he intentado tocar a su puerta y no quiere responder. Pero siempre ha sido algo común en él hacer ese tipo de rabietas, así que no dudo que hasta mañana lo veamos finalmente.

—Bien. ¿Podrías prestarme por favor tu teléfono? —soltó la chica de inmediato, siendo una pregunta que desconcertó tremendamente a Tolys.

—¿Perdón?

—Por favor, te lo suplico. Tienes uno, ¿no? ¿Uno con el que puedas llamar a cualquier persona?

—Sí, si lo tengo —asintió el muchacho de inmediato. Enseguida se dispuso a buscarlo dentro de su saco y al extraerlo se lo entregó enseguida—. Aquí tiene.

—Ah, gracias a Dios. ¿Lo puedo usar?

—Por supuesto, pero... Señorita, ¿de verdad se encuentra bien? ¿Su teléfono tiene alguna avería?

—Mi teléfono está... Está... —comenzó a responder, pero sabía perfectamente que no contaba con una respuesta concreta o realista para ofrecerle así que simplemente decidió darle la razón—. Si. No funciona una cosa, después le diré a Alfred que necesito conseguir uno nuevo, pero de momento esto me urge.

—Está bien, adelante.

—Bien, muchas gracias —respondió con tremendo entusiasmo mientras dejaba la mesa de lado—. Eh, iré a mi habitación y en un segundo te lo devuelvo, ¿sí?

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora