Capítulo 28: Defensa

151 24 5
                                    

Antonio comenzó a reincorporarse y aunque se le dificultó un poco, debido a los espasmos todavía persistentes por la descarga eléctrica que recibió, parecía sumamente dispuesto a ponerse de pie.

Cuando lo consiguió, finalmente caminó hasta estar lo suficientemente cerca de Guadalupe como para tomarla por un hombro, acto que llamó su atención por lo que se giró a verlo apenas percibir su contacto.

—Amor, ¿quién es él? —preguntó Antonio entonces.

Su expresión era demasiado seria, esto sorprendió un poco a la chica, pero al final lo que más la desconcertó fue su forma de dirigirse a ella, no por la palabra que usó en sí misma, sino por la manera tan cercana y segura con la cual la pronunció. Como si estuviera sumamente seguro de que ella estaría de acuerdo con que la llamase así.

No obstante, antes de que pudiera responder algo o reaccionar de alguna manera, Alfred volvió a intervenir.

—García —pronunció autoritariamente consiguiendo sacarla de sus pensamientos de golpe.

—¡S-si, jefe! —asintió ella irguiéndose de inmediato. Esta reacción tomó demasiado por sorpresa a Antonio quien casi al instante apartó su mano de encima.

—¿J-jefe...? —cuestionó casi asustado por haberla escuchado decir aquello.

Retrocedió por reflejo alejándose de ella, aunque recobró la compostura al escucharla hablar.

—¡Si, si! ¡Él...! ¿Quién era él...? Este chico es... ¡Se trata de un simple civil! Si, un miembro de la huelga, pero...

—Pero no es cierto —interrumpió Antonio de golpe dirigiéndose entonces a tomar las manos de la chica logrando perturbarla bastante—. Soy tu pareja —añadió ciertamente aun desconcertado por su actitud—. Bueno, en realidad justo iba a preguntártelo, pero sé que aceptaras, después de todo esto no hay manera de que te niegues, ¡inclusive mi pancarta lo dice!

Acto seguido el muchacho extendió aquel cartel rosado tan solo para revelar que en el interior se encontraba una declaración amorosa dirigida a Guadalupe, más una invitación a retomar su antigua relación. Alfred no pudo evitar estallar en carcajadas para si mismo frente a lo vergonzosa que resultaba la escena aunque más que nada le causaba gracia el estrés que parecía estar provocando en la chica.

—A-Antonio, escúchame —respondió ella entonces dirigiéndose completamente hacia él, pero sin dejar de mirar de reojo a Alfred— este no es el momento, ¿sí? Por favor guarda eso, no digas absolutamente nada y déjame hablar a m...

—¡Pero vine a salvarte! —exclamó Antonio con una radiante sonrisa, palabras peligrosas que llegaron a los oídos de Alfred y que cesaron con su diversión para el terror de Guadalupe—. Tranquila, no tienes porqué temer más. Todo estará bien, yo te sacaré de aquí. En cuanto a ese tipo...

La chica presenció horrorizada como su expareja posaba repentinamente su atención sobre Alfred y entonces se posicionaba entre ambos dándole las espaldas a Guadalupe, aparentando protegerla sin permitirle a Alfred aproximarse a ella.

—Antonio, no, por favor —intentó detenerlo—, ahora no...

Pero era muy tarde, a esas alturas parecía que lo único que el chico haría sería ignorarla por completo.

—¡Escucha, tú...! —comenzó a decir, aunque fue interrumpido por el mismo Alfred al percatarse de que el tipo intentaba llamarlo por su nombre sin resultado.

—Oh, te diriges a mí. Alfred F. Jones, a tu servicio —le respondió con una juguetona sonrisa—. ¿Qué necesitas de mí?

—Ah, uhm... jeje, si... —balbuceó el otro viéndose repentinamente nervioso, fue ahí cuando finalmente se giró de nuevo a ver a Guadalupe quien a sus espaldas ya se encontraba completamente resignada—. O-oye, Lupe, linda, su apellido... ¿Él es el dueño de...?

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora