Sonaría algo exagerado y dramático especificar los días que Francis llevaba tras las rejas de esa celda sin acceso a agua ni comida, en primer lugar porque el tiempo no transcurría de la misma manera en el Cielo que en el Distrito, y en segundo, porque como criatura celestial ni siquiera necesitaba comida o agua para subsistir cómodamente.
Sin embargo, Francis siempre se había caracterizado por ser alguien bastante exagerado y dramático, así que no se le culparía por comportarse como un verdadero reo humano que lleva décadas sin ver la luz del sol, lamentándose y rogando por el regreso de su libertad casi en medio del llanto.
En el Cielo no existía precisamente algo como una cárcel, eso no era necesario ahí, pues los castigos siempre resultaban simplemente en la expulsión directa hacia el Distrito, sin embargo, como esta solución especifica ya no podía aplicar en Francis, este Principado se encontraba preso en una patética jaula al fondo de la oficina del jefe Serafín. Esa fría y escalofriante oficina que para entonces se encontraba vacía.
Cansado de lloriquear y patalear teatralmente durante horas, finalmente parecía haberse dado cuenta de que desperdiciar sus energías de esa manera no valía la pena, así que se dio por vencido quedándose callado sin hacer nada más que observar a través de los helados y gruesos barrotes.
Fue así por un buen rato, puro y desagradable silencio, característico del Cielo, sin embargo, no tuvo que pasar mucho tiempo para cuando finalmente tuvo la fortuna de encontrar una rápida excusa para matar su creciente aburrimiento. Tocaban a la puerta.
Fue un tocar tímido al principio, pero aun así parecía evidenciar que la persona al otro lado sabía que no había nadie dentro. Cuando no recibió respuesta alguna del interior pasado menos de un minuto, fue que se atrevió a abrir por su cuenta. Esa piel oscura y aperlada, el cabello rizado y los castos ojos negros eran inconfundibles, pero sí que era raro verla alzando ese par de alas tan blancas y vistiendo una túnica en vez de un uniforme de oficina.
Se trataba de nada menos que de esa Virtud, Virtud 115, la inocente empleada recién llegada a Jones Corporation que resultó ser una autentica agente infiltrada de la organización celestial. Al adentrarse parecía llevar consigo unos papeles, muy probablemente se ocupaba de dejar en posesión del Serafín el reporte mensual de los trabajadores de su división.
Desde su posición, sería difícil caer en la cuenta de la presencia de Francis, así que cuando recién entró, poca atención le presto al Principado, sin embargo, por supuesto que él no se quedaría callado, y apenas consiguió salir de su trance de impresión, gritó a todo pulmón.
—¡Michelle!
—¡AAHHH!
La chica chilló horrorizada haciendo volar por los aires la documentación que cargaba y casi automáticamente se giró en la dirección por la cual provino la voz cayendo en la cuenta de la presencia de Francis en el lugar.
Por un momento meditó entre sí debería detenerse a recoger todo lo que había tirado, pero más rápido tomó a consideración el hecho de que en un lugar como ese sería peligroso alzar la voz o evidenciar para alguien más una conversación entre ambos.
Rápidamente corrió a asegurarse que la puerta estuviera bien cerrada y que nadie estuviera esperando al otro lado. Para entonces, Francis ya la esperaba de su parte ansioso unido a los barrotes más cercanos a ella.
—Michelle... ¡Michelle! D-de verdad eres tú, ¿cierto? ¡Es un verdadero milagro!
—¡Deja de decir tonterías! ¡¿Qué carajo haces aquí?! —replicó ella aun nerviosa.
—¡¿Qué crees que hago?! ¡Es obvio que Ivan me encerró!
—¡¿Pero por qué?! —insistió la reflejando autentica preocupación al respecto—. ¡Mis socios y yo aún no le habíamos dado ningún informe sobre ti! No me digas que viniste tú mismo a meterte en la boca del lobo aun cuando te lo advertí desde antes.
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Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]
Fanfiction𝗣𝗮𝗿𝗲𝗷𝗮𝘀: USAMex, FrUK Francis, un inmigrante francés, acompañado de su mejor amiga Guadalupe, una chica mexicana nacionalizada en los Estados Unidos, peleará por rescatar a aquel que llama "el amor de su vida" de las garras de una terrible em...