Capítulo 25: La alianza

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Basch Zwingli (Suiza) – 38 años

Lucille Roux (Mónaco) – 25 años


—Ah... Arthur, eres tan lindo... y besas tan bien~

Eso murmuraba Francis medio dormido a ya altas horas de la mañana. Se abrazaba a si mismo con una amplia sonrisa en el rostro que demostraba su satisfacción a través de aquel sueño.

En medio de esa fantasía quizás habían sido las cosas diferentes entre los dos. Quizás habrían permanecido juntos y él habría tenido el valor de confesar sus sentimientos antes de que Arthur se marchara.

Sin embargo, la realidad era otra, y en esa realidad algo tenía que interrumpirlo, tarde o temprano. El estruendoso y chirriante ruido del timbre de su departamento fue el que le obligó a despertar provocándole casi un paro cardiaco.

Francis se levantó de golpe, con la respiración agitada y sin dejar rastro alguno de que hubiese estado sonriendo hace apenas unos momentos. Miró a todas partes asustado, pero finalmente terminó concentrándose en sí mismo.

—¡AH! ¡No! ¡¿Qué es esto?! —chilló llevándose ambas manos a la cabeza casi asustado—. ¡Mierda, Francis! ¡¿Por qué estabas soñando eso?! ¿Por qué no puedo soñar en algo más productivo como alguna manera de rescatar a Marie? Ah...

Dicho eso terminó por hacerse un ovillo en su humilde colchón de aire abrazando sus propias rodillas y ocultando su rostro.

—No puede ser... Me siento egoísta por haber estado pensando en él. Quiero decir, no es como si mis preocupaciones respecto a Arthur se hayan liberado, pero... ¡Pero justo ahora tengo problemas más graves que solucionar! ¡Marie está en peligro y tengo que salvarla!

Volvió a revisar su teléfono, no había señales de ella una vez más. Sabía que no tenía remedio volver a buscarla en su casa, pero aun así quería hacerlo. No se le ocurría otra manera de dar con ella y eso de verdad lo estaba frustrando.

No obstante el sonido del timbre otra vez, en esta ocasión un poco más insistente. Claro, le había ignorado por completo la primera vez, ahora podía decir que realmente le había puesto los pelos de punta.

De inmediato se levantó y se aproximó rápidamente a la puerta para no hacer espera más a la persona, pero cuando abrió, un escalofrío recorrió por completo su columna vertebral.

Era el casero.

—¡S-señor Basch! Bonjour! [¡Buenos dias!] —lo saludo siendo completamente incapaz de ocultar su nerviosismo—. ¿Q-que lo trae por aquí? ¿Eh? Dígame. ¿Se hizo un nuevo corte de cabello? ¡Déjeme decirle que se le ve muy bien!

—Francis, ¿tienes idea de cuantos meses de atraso has acumulado en tus pagos? —respondió el tipo con una seriedad tan fría que asustaba.

—Mis pagos, jaja... P-pues la verdad es que...

—Cuatro. Después de dos pagos atrasados tenías una orden de desalojamiento que tenía que cumplirse en los próximos 15 días, pero henos aquí.

—¡Y no sabe cuánto le agradezco que continúe permitiéndome seguir aquí, señor Basch! ¡Es... es de verdad de gran ayuda para mí que sea tan comprensivo con mi situación! ¡De verdad le debo demasiado! Q-quiero decir, además del dinero que... si le debo no metafóricamente hablando.

—Francis, realmente no quiero causarte problemas, pero no soy el dueño del complejo de edificios, solo soy el cobrador, ¿entiendes? Tienes que pagar, si no te vas de aquí.

—Le pagaré todo, se lo prometo. Solo necesito un poco más de tiempo. Le juro que...

—De verdad lo siento, ya se te acabo ese tiempo, Francis. Al final del día necesito que hayas desalojado el departamento.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora