Capítulo 49: Una pieza de baile

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Guadalupe, por su parte, se encontraba finalmente con Alfred una vez más, quien afortunadamente se había logrado reunir nuevamente con ella sin percatarse de que en realidad no había estado esperándole a solas durante todo ese tiempo.

El CEO no parecía muy entusiasmado con disfrutar de la fiesta y las razones eran obvias. Así mismo, tampoco mencionó una sola palabra sobre la pequeña situación que acababa de pasar, y simplemente decidió actuar como si nada hubiese sucedido, cosa que Guadalupe no dudo en imitar pues le convenía.

No obstante, durante al menos 15 minutos que habían permanecido ahí parados simplemente observando a los demás invitados y empleados verdaderamente disfrutar de la fiesta, hermosas mujeres que no dejaban de apantallar los ojos de Guadalupe, no paraban de acercarse a Alfred para intentar coquetear con él.

Todas ellas eran celebridades que actuaban como tal, sabían cómo llamar la atención de un hombre no solo apoyadas de su inigualable belleza, sino también de su elegante y elocuente forma de expresarse. Sin embargo, todos estos intentos por acercarse al muchacho eran una y otra vez cruelmente rechazados, evidenciando que Alfred no estaba ni mínimamente dispuesto a dar un instante de su tiempo a relacionarse con nadie en esa fiesta.

—O-oye, esto es solo una recomendación —se atrevió a intervenir Guadalupe, después de ver como la quinta mujer se veía en la obligación de marcharse—, ¿pero no has pensado en ser más amable con las personas que hablan contigo? Creo que esa es como una regla para los negocios que cualquiera conoce, ¿no?

—No me sirven estas personas, y si no me sirven no tengo razones para ser amable con ellas. ¿Tú crees que todas esas chicas no saben quién soy yo? Buscan sacar provecho de mí y eso no lo van a conseguir de ninguna manera.

—Si tú acabas de decir que no te vas a relacionar con gente a la que no puedas sacarle provecho, ¿qué tan hipócrita puedes ser? No intentes ponerte en un barco diferente al de ellas, como si no fueses peor.

—Solo cállate, ¿quieres? Tampoco estoy de humor para lidiar contigo ahora —gruñó finalmente, haciendo que Guadalupe rodara la mirada con fastidio.

El ambiente del lugar estaba siendo cada vez más relajado, eso podría deberse al alcohol, sin embargo, Alfred aun parecía tenso, ciertamente molesto también. Analizaba a todos y cada uno de los invitados como si no quisiera perderse uno solo de sus movimientos, parecía un espía intentando encontrar a un agente infiltrado, y bien sabemos que no hacía mal.

Frente a esa mirada de halcón se cruzó la figura de su hermano tomando la mano de un hombre misterioso vestido con un llamativo traje color rosado. En menos de un instante se perdieron tras una esquina al entrar a un pasillo.

—Hey, ¡hey, hey! ¿Quién es ese tipo y por qué esta con mi hermano? ¿A dónde se supone que van? —cuestionó poniéndose alerta de golpe, viéndose casi dispuesto a ir a perseguirles.

Guadalupe notó aquello y aunque es cierto que no fue testigo de que Francis hubiera permanecido hablando con Matthew aun cuando le pidió que lo dejara, el presentimiento de que él era "el tipo" con el que Alfred acababa de ver al chico, se apoderó de ella completamente.

—¿Qué importa? Jaja —le dijo tomando su mano inmediatamente para conseguir detenerlo—. ¿Quieres bailar?

—¿Qué? —cuestionó Alfred entonces volviéndose a ella claramente confundido frente a tan repentina pregunta.

—En la pista, ¿lo ves? Algunos están bailando. ¡Me gusta esa canción! Bailemos.

Dicho eso, Guadalupe atrajo consigo al chico aproximándolo a la pista sin detenerse a esperar su respuesta.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora