Capítulo 11: Primer día de trabajo

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—Desátenla —ordenó Alfred.

Ludwig y Gilbert se encaminaron hacia ella para acatar la orden. Guadalupe se sujetó las muñecas apenas las tuvo libres y fue hasta entonces que el jefe de la compañía se aproximó un par de pasos hacia ella hasta tenerla frente a frente, le extendió una mano con una sonrisa y esperó que la tomase. La chica pasó saliva haciendo un vago intento por deshacerse del nudo en su garganta, pero al final no tuvo más remedio que recibir su mano y ponerse de pie con su ayuda.

—Será un honor contar con usted en nuestra empresa, Srta. García. Mañana llegaré a mi oficina a las 9 am, me gustaría que me esperaras ahí al menos una hora antes, ¡con un café! Adoro el café. Es un día importante, porque será tu primer día de trabajo, así que necesito que llegues temprano porque te explicaré los detalles de tu puesto, ¿entendiste?

—S-si... —titubeó ella haciendo lo posible por controlar el tambaleo de su voz.

—Incorrecto. Es: "Si, jefe" —corrigió él con una sonrisa, pero aun así, con severidad.

Guadalupe lo miró en silencio por unos segundos, hasta que lo vio alzar una ceja haciendo énfasis en que esperaba su nueva respuesta. Ella asintió con la cabeza y volvió a hablar.

—Si... jefe. Entendí.

Alfred sonrió altivamente y finalmente soltó su mano. Enseguida dio media vuelta para dirigirse a su otro par de empleados y les dio su siguiente orden.

—¡Perfecto! Chicos, llévenla a su casa entonces ¿podrían?

Esto evidentemente alertó a la chica, quien al ver a los enormes hombres aproximarse a ella nuevamente sin poner en duda un segundo la orden de su jefe, retrocedió aterrada intentando evadirlos para hacer un intento de dirigirse nuevamente a Alfred.

—¿Qué...? ¡Espera! ¿Qué hay de mis hermanos?

—Creí haber dejado en claro que están en buenas manos, ¿no? —le respondió él sin girarse a verla.

—¿Pero no tendré la oportunidad de verlos?

—Yo juzgaré cuando será un buen momento para que eso suceda —dijo entonces de manera desinteresada—. Por el momento limítate a seguir mis órdenes sin hablar de más, ¿quieres?

Esto finalmente lo dijo dirigiéndose a ella una vez más, con la intención de conseguir hacerla callar con la dureza de su mirada. Y en realidad lo consiguió. Guadalupe no tuvo el valor de decir nada más al respecto, viéndose obligada a permanecer bajo la sombra de la resignación.

Los guardias le pidieron que por favor les siguiese, tomándole por los brazos intentando ser lo más corteses posible para que los obedeciera. Aunque apenas dieron media vuelta para dirigirse a la salida, Alfred volvió a detenerlos.

—¡Oh, por cierto! Casi lo olvido. Ten esto.

Dicho eso se encaminó a ella una vez y le entregó un aparato. Se trataba de un teléfono, parecía ser un modelo bastante moderno y por obviedad era nuevo. La chica tuvo sus dudas en un inicio para recibirlo, pues realmente lucia muy costoso, pero finalmente se vio obligada hacerlo sin alcanzar a entender del todo que significaba eso.

—¿Qué es esto...? —se atrevió a preguntar.

—Un celular. ¿No es obvio?

—¿Por qué me lo estás dando? —repitió la pregunta de manera más específica y severa.

—Lo usaras desde hoy en adelante —explicó Alfred dejando de una vez por todas su cinismo de lado—. Solo puedes recibir llamadas mías y a la vez solo puedes contactarte conmigo. No necesitaras más a partir de ahora.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora