Capítulo 77: El rosario

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La relación entre Alfred y Guadalupe parecía haber cambiado demasiado en un abrir y cerrar de ojos, y aunque sus hermanos aún se vieran recelosos al respecto, tampoco les parecía buena idea interrumpir la tranquilidad de Guadalupe.

La noche del sábado, cuando la llamada del presidente de Grupo Braginsky fue recibida, Guadalupe no fue capaz de percatarse de en qué momento cayó dormida, pero si de algo no estuvo segura hasta al día siguiente, fue que Alfred prefirió dejarla dormir tranquilamente en la habitación optando por él mismo quedarse en el sofá.

La llamada de Ivan Braginsky, había terminado por pasar casi completamente desapercibida, pues la distraída mente de Guadalupe no le permitiría registrar algo de semejante importancia un sábado por la noche después de una fiesta embriagadora. Esto sería un error del que quizás vería las consecuencias hasta más tarde.

La mañana del domingo era tranquila, muy probablemente no habría muchas diversiones en la ciudad abiertas, así que decidieron permanecer nuevamente en casa hasta que comenzase la semana. Los muchachos se encontraban en el patio jugando a la pelota mientras Alfred y Guadalupe los observaban a unos metros de distancia sentados frente a la puerta de la casa.

—¡Miguel, pásamela! —se quejaba Guillermo insistiendo a su hermano mayor—. ¡Quiero jugar!

—El árbitro no juega, solo observa —respondió Miguel con una sonrisa preparando una buena patada mientras hacía algunas dominadas con el balón.

Guillermo amenazó con comenzar un berrinche, cansado de ser hecho a un lado por ser el menor. Para evitarlo, Isabel decidió interrumpir.

—Ya, ya, está bien, ahora yo seré el árbitro. Vete a la portería —le ordenó mientras cambiaba de puesto al centro por ese par de ladrillos separados con un metro y medio de distancia a los que había llamado "portería".

El menor celebró victorioso y se preparó perfectamente para recibir la pelota por parte de Miguel, pero este, aprovechándose de la inexperiencia del menor, pateó bruscamente seguro de que no sería capaz de retenerla.

Guillermo hizo lo que pudo e intentó proteger su preciada portería extendiendo un pie hasta aquella vulnerable esquina, y lo logró, pero el balón terminó volando por los aires después de provocarle un calambre en el tobillo por la fuerza de la patada.

Sin embargo, no había de que preocuparse, este había rodado cercanamente a los pies de Alfred, a unos cuantos centímetros de distancia.

—¡Apá'! —lo llamó Guillermo de inmediato agitando las manos para llamar su atención—. ¿Nos pasas el...? El...

Para ese momento, su rostro se había tornado completamente rojo, más aun después de recibir las penetrantes miradas de sus hermanos y percatarse de la reacción de Alfred tras haber sido nombrado con tal apodo.

—P-perdón —se disculpó de inmediato mientras retrocedía un par de pasos en la misma portería—. S-señor Alfred, ¿n-n-nos podría pasar el balón?

Aquella corrección la pronunció con un tono claramente más bajo, casi inaudible y por supuesto, sin ser capaz de alzar la mirada. Alfred se mantuvo petrificado por unos instantes, meditando sobre lo que debía responder.

Hasta hace un momento conversaba trivialmente con Guadalupe, pero tras el llamado del muchacho, la discusión cesó de golpe.

—¡C-claro, campeón! Aquí tienen —respondió titubeante mientras les lanzaba el balón de regreso cuidadosamente y hacia lo posible por formular una sonrisa.

Guillermo enunció un "gracias" casi en un susurro y enseguida continuaron jugando inmediatamente intentando ignorar por completo lo que había pasado. Pero para Alfred ya no sería tan fácil.

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⏰ Última actualización: May 24 ⏰

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Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora