Capítulo 75: Una fiesta de bienvenida

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María (Venezuela) – 20 años


—Alfred, Alfred. "Novio" es "boyfriend", no "boss". Así que para la otra mejor cierra la boca y déjame hablar a mí, ¿quieres?

—Ah... O-okay... Lo siento.

Esto fue una especificación que Guadalupe tuvo que hacerle más tarde una vez que su abuela los dejó a solas por un rato. Rápidamente había terminado el día y la verdad era que por la velocidad en que realizaron sus planes de viaje, no se habían tomado el tiempo de hacer una reservación en un hotel. No era una temporada alta, pero la mujer de la casa insistió arduamente en que se quedaran a dormir en el lugar, le parecía estúpido gastar dinero innecesariamente, pero no tenía idea que bajo su techo se encontraba uno de los hombres más ricos del mundo.

Después de un rato en el que su abuela no pareció dispuesta a recibir un no por respuesta, Guadalupe tuvo que volver con Alfred viéndose un tanto frustrada por culpa de la gentileza irrebatible de su familiar.

—¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué sucede? —comenzó a interrogarla Alfred viéndose claramente confundido frente a su estado de ánimo.

—Ah... —carraspeó ella—. Quiere que nos quedemos a dormir.

—Bueno, yo no tengo problema —respondió el otro acentuando su confusión frente a la persistente frustración de Guadalupe—. Es entendible que quiera pasar más tiempo contigo después de tanto tiempo sin verte, supongo. ¿Cuál será mi cuarto?

—Alfred, si te diste cuenta, esta casa no es una maldita mansión como la tuya.

—Obviamente me di cuenta, es apenas del tamaño de mi cocina.

—Lo que significa que no hay miles de habitaciones, como podrás entender.

—¿Y qué? ¿No tengo habitación? ¿Se supone que duerma en un sofá como en las películas de pobres?

Guadalupe intentó retener un insulto consiguiéndolo finalmente a duras penas, ya que hacia lo posible por hacerse entrar en la cabeza que eran simples comentarios que le salían con naturalidad y sin la real intención de insultarla. Al final, sin decir nada, simplemente lo guio hasta la habitación de su abuela, abrió la puerta y señaló al interior invitándolo a pasar.

—Ahí está tu cuarto, no lloriquees.

Cool, pero... Nunca he dormido en una cama tan pequeña.

—Alfred, es matrimonial.

—Solo he usado King size.

—Agh, no me jodas... —gruñó la chica llevándose los dedos al entrecejo para intentar calmarse—. Alfred, métete al puto cuarto y duérmete, ¿sí? Mañana te prometo que nos podemos hospedar en el maldito hotel más caro que te encuentres en la ciudad, ¿va? Ahora deja de joderme.

Dicho eso se dispuso a dar media vuelta, pero fue detenida por la insistente voz de Alfred.

—Okay, ¿pero tú a dónde vas?

—A dormirme en el sofá como en las películas de pobres —respondió con cinismo.

—¿Qué? Espera. No lo dices en serio, ¿verdad?

—Si lo digo en serio.

—¿No hay más habitaciones?

—Si hay, la que usaban mi padre y su hermano cuando eran chicos. Ahí dormirán mi abuela y mis hermanos.

—¿Y ella te mandó a dormir al sofá?

—¡No! ¡Me mandó a dormir contigo, cosa que obviamente no voy a hacer! —reclamó impaciente—. Mierda, Alfred, ya te dije que pensó que somos pareja y para ser honesto contigo, ahorita no se me ocurre una manera de explicarle que es un malentendido porque entonces tendría que confesar mi real relación contigo y no creas que me siento muy ansiosa de presumir algo como eso. Ella nos ofreció su habitación para que durmamos juntos ahí, pero creo que no necesito explicar porque eso sería demasiado incómodo para ambos, así que tú vas a dormir aquí, yo afuera y todos contentos.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora