Capítulo 2: Mr. Magical Strike y su fiel compañera

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Francis Bonnefoy (Francia) – 28 años

M. Guadalupe García López (México) – 20 años


—Francis, recuérdame el porqué de tu vestido —preguntó Guadalupe al hombre que acompañaba, en medio de una pequeña pausa que realizaron para beber algo de agua.

—Mr. Magical Strike para ti, señorita.

—No te voy a llamar por tu nombre de "chica mágica de las huelgas" si tú nunca has hecho el más mínimo esfuerzo por llamarme a mí por mi nombre en los cuatro años que llevamos conociéndonos.

—Te llamaría por tu nombre si no te burlaras de mi cada que intento pronunciarlo.

—Nunca me he burlado —aseguro la chica encogiéndose de hombros—. Y no te pasara nada si lo intentas al menos una vez.

—Agh... —resopló Francis entonces a la par que rodaba la mirada—. Es... ¿G-Guadeloupe?

—JAJAJAJA. Okay, tienes razón, lo pronuncias peor que los gringos.

—¡¿Lo ves?! Te burlaste —replicó indignado.

—Tienes seis años viviendo aquí, no tienes excusa para mantener tu acento horriblemente exagerado.

—El acento francés atrae a las damas, por si no lo sabías. Es por eso que lo mantengo, incrementa mi atractivo, por más imposible que eso suene.

—No creo que te interese mucho atraer a las damas cuando le eres fiel a un cabrón que ni te topa.

Francis frunció el ceño con molestia tras ese comentario y terminó por darle la espalda a la chica demostrando nuevamente su indignación mientras esta reía a carcajadas frente a su drama.

—Como sea, insisto. Nunca me has dicho porqué el vestido. ¿No es incómodo? Las botas de tacón ya son avaricia, hombre.

—¡Me veo fantástico! —exclamó el hombre con sumo orgullo— ¿Qué otra explicación necesitas, mon cherie?

Guadalupe rodó la mirada mientras se llevaba la botella de agua a los labios.

Como antes había mencionado, la amistad que se cargaban esos dos llevaba al menos cuatro años de longevidad.

Guadalupe García, una chica mexicana de 20 años de edad. Sus padres, ambos mexicanos, habían inmigrado a aquel gran país cuando ella tenía apenas 7 años de edad, su madre estaba embarazada en ese tiempo, y cuando Guadalupe cumplió 8, dos individuos más se añadieron a su familia, los gemelos Miguel e Isabel; mientras que tres años más tarde, nacería Guillermo, el tercero y menor de sus hermanos.

Guadalupe siempre se caracterizó por ser una chica sumamente maternal, adoraba a su familia y muy especialmente a sus hermanos. Siempre intentaba pasar el mayor tiempo posible con ellos apenas terminaba la escuela, pues debido a que sus padres se veían obligados a trabajar la mayor parte del día, nunca tuvieron mucho tiempo para dedicarle a sus hijos.

A ella esto no le importaba, era muy feliz con ellos y eso era lo único que necesitaba. Era cierto que muchas veces añoraba sus primeros años de infancia, cuando aún vivía en México. Recuerda que en ese entonces sus padres no se veían tan agobiados y cansados todo el tiempo, que su mama tenía tiempo de cocinar y su papa de leerle historias cuando iba a dormir. Pero ahora tenía casi 15 años viviendo en Estados Unidos, sin haber tenido la oportunidad, desde que piso aquel país, de volver a poner un pie en el suyo; y desde entonces nunca nada había vuelto a ser igual.

Hasta hacia 3 años siempre añoro la idea de terminar una carrera universitaria que le asegurara un trabajo lo suficientemente bueno como para tener la oportunidad de llevar a sus hermanos a conocer México, pero cuando tenía 17 sus padres fallecieron.

Aunque es algo rudo decir que fallecieron, pues se ignoraría el hecho de que en realidad fueron asesinados. Víctimas de un brutal tiroteo a manos de un supremacista blanco sin identificar que fue quien les arrebato la vida en ese país que ahora Guadalupe veía como su enemigo.

Y si antes creía que ya nada sería igual, ese cruel suceso le hizo comprender que las cosas siempre podían ser peores. Se vio obligada a dejar a su novio de entonces por las graves responsabilidades que cayeron encima de ella y terminaron sin dejarle tiempo para nada. La idea de estudiar una carrera universitaria se esfumó por completo y tuvo que dejar la escuela para conseguir un trabajo y mantener a sus hermanos quienes ahora pasaban solos la mayor parte del día.

Afortunadamente tenía un gran amigo que estuvo acompañándola durante todo ese proceso, pues un año antes de todo lo sucedido había conocido a Francis.

Francis Bonnefoy. Un hombre bastante problemático quien siempre había tenido conflictos con la autoridad, tanto en Estados Unidos como en Francia, su país de origen. A la edad de 23 años llegó al país norteamericano con la esperanza de conseguir más fácilmente un trabajo que se ajustara a sus necesidades y a los 25 ya tenía una plaza como profesor en la preparatoria de Guadalupe.

Sin duda alguna era un hombre inteligente y bastante dotado para tal trabajo, pero su dificultad para seguir órdenes le terminó provocando los suficientes problemas como para quedar desempleado a los pocos meses.

Sea como sea, el poco tiempo que tuvo la oportunidad de enseñar a Guadalupe fue el suficiente para inspirarla, debido a que su visión sobre el mundo era muy diferente a la de sus profesores estadounidenses. Él fue el único con quien realmente se sintió tratada como una igual al resto de sus compañeros y de la misma manera consiguió ver un panorama más allá frente a lo que sus demás maestros lograban evocar.

Al enterarse de su despido decidió buscarle de nuevo. Sin embargo, al encontrarlo semanas después desaliñado, sucio, con una botella de champagne barato vacía en una mano y dormitando en el banco de un parque, evidentemente la imagen inspiradora y de ejemplo a seguir que había formado de él en su cabeza mientras fue su profesor, se borró por completo.

Aun así decidió encontrarse con él y hablando de manera más íntima, logró conocer a fondo más detalles de su persona los cuales desconocía, como el hecho del odio arraigado que tenía por aquel país norteamericano y su gente, dato que llevo directamente a la pregunta del ¿por qué se encontraba ahí en ese caso? Y después de una larga y dramática historia de amor que parecía sacada de una de las telenovelas que solía ver la madre de Guadalupe por las noches, se enteró de que ese individuo había cruzado el océano Atlántico siguiendo nada menos que a un amor no correspondido de la infancia.

Claro que Guadalupe no se tomó esto en serio y reaccionó con bastante gracia al drama del que alguna vez había sido su profesor y ahora no era más que un vagabundo delirante. Y es que tenía que ser gracioso como su propia familia tuvo que migrar por mejores condiciones laborales y este hombre blanco lo único que quería era reencontrarse con el que estaba convencido que era el amor de su vida.

Era cierto que vivían en mundos muy diferentes, pero eso fue precisamente lo que los mantuvo en contacto y cuatro años después estaban ahí, justo afuera del edificio de Jones Corporation haciendo un escándalo en una ola de pancartas rosadas.

—¡Marchamos por los trabajadores! —exclamaba Francis a través del megáfono.

—¡Si! —vociferaban a coro Guadalupe y el resto de los presentes.

—¡Marchamos por sus derechos!

—¡Si!

—¡Marchamos porque Jones Corporation caiga!

—Si...

Un "si" muchísimo más flojo porque justo en ese momento un montón de guardias de seguridad armados comenzaron a salir por las puertas principales del edificio.

Hacía mucho que Guadalupe no pisaba suelo mexicano, pero veía noticias suficientes como para conocer el tipo de huelgas que se hacían en su propio país. Esos guardias no iban a intimidarla. Así que meramente a la defensiva se dispuso a gritarles.

—¡A ver si muy vergas! ¡Huevos les van a faltar para...!

No pudo decir más porque Francis le cubrió la boca de inmediato. Y no le sorprendía, ya lo conocía bien, era un completo cobarde. Con los ojos inundados de terror anunció la retirada con su megáfono y arrastró a Guadalupe consigo hasta conseguir ocultarse y dispersar a todos por completo.

Ya habían perdido la cuenta de que numero de "intento fallido" de huelga había sido ese. Al menos pasaron un buen rato.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora