Capítulo 54: Un huesped indeseable

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Al llegar a su departamento (uno que aunque era pequeño, no estaba tan pobremente amueblado como en el que solía vivir Francis), lo primero que hizo fue dejar caer el cuerpo del hombre sobre el suelo como si se tratara de su maletín de trabajo que no le importaba para nada que se dañase.

—Maldito idiota —volvió de gruñir Arthur entre dientes mientras se dirigía a cerrar la puerta y posteriormente pasaba de largo a Francis quien yació inmóvil en el suelo ahí mismo donde lo había dejado caer.

El británico se dirigió a su cocina y de la alacena extrajo una botella de licor medio vacía. Sin detenerse a meditarlo, le dio un gran sorbo.

Tal y como le había dicho a Michelle, durante toda la velada se había abstenido de beber, sin embargo, ahora que estaba finalmente en su hogar, no soportó la idea de seguirse manteniendo sobrio frente a semejante cantidad de estrés.

Desde aquellos cortos metros de distancia y sin dejar de beber, observó de reojo a Francis y frunció el ceño molesto. Parecía tan plácidamente dormido, ni siquiera quería cuestionarse porque demonios estaba inconsciente, aunque si le preocupaba un poco el momento en que finalmente fuese a despertar.

Verdaderamente no conseguía analizar correctamente sus sentimientos, y mientras más siguiera bebiendo, eso sería cada vez más difícil. Muy probablemente sus revueltas ideas se debían a su cansancio, así que no quería darle muchas vueltas al asunto.

Sin preocuparse por su reciente huésped, se encaminó entonces a su estudio, en donde tomó asiento en su escritorio y abrió su computador portátil para revisar su correo electrónico. Era algo que siempre solía hacer antes de dormir, tan solo para asegurar no tener ningún pendiente relacionado con el trabajo para el día siguiente.

Para ese momento detestaba la idea de tener que revisar la hora que era, pues lo último que quería saber era la cantidad de tiempo de descanso que le quedaba, no obstante, apenas la pantalla encendió, en enormes y brillantes números blancos se leyó: 3:47 a.m. Volvió a gruñir entre dientes.

Considerando su distancia de traslado, el tráfico, el tiempo que tardaba en verse presentable y lo estrictos que eran en esa maldita empresa con su hora de llegada, tendría que estar despierto a las 5:00 a.m. en punto, eso le dejaba apenas una hora y otros escasos minutos descanso si es que se disponía a dormir en ese mismo instante.

Tallándose los ojos por debajo de los anteojos intentó no pensar mucho en eso y de una vez por todas se dispuso a revisar aquel correo. Generalmente nunca había nada nuevo, y considerando la hora que era, también lo dudaba, pero ya era casi un hábito aquello.

Grande fue su sorpresa al percatarse de que en la cúspide de su bandeja de entrada se encontraba justamente un e-mail de carácter masivo recién llegado y dirigido a todos los empleados de la empresa. Oficialmente siendo el remitente Jones Corporation, redactaba un mensaje en el que avisaba a todos los destinatarios que debido a causas de fuerza mayor, las actividades en la empresa se suspenderían para todos los trabajadores hasta nuevo aviso.

Arthur tuvo que parpadear más de una vez cada una de las ocasiones en que se dispuso a releer aquel mensaje, no podía considerarlo cierto, pero aquello era verdaderamente oficial. Sin embargo, no alcanzaba a entender como una empresa de tal calibre podía permitirse una suspensión laboral a un nivel semejante, ¿qué acaso algo como eso no significaba una perdida enorme de ingresos? Un solo día sin actividad se convertía en algo terriblemente grave.

Además, aunque entendía que esas "causas de fuerza mayor" eran un elemento importante para haber tomado una medida como esa, sabía muy bien que se trataba de una decisión apresurada y poco meditada, bastante característica del joven inmaduro que se encontraba dirigiendo la empresa temporalmente.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora