Capítulo 1: El señor Honda

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Kiku Honda (Japón) – 37 años

Yao Wang (China) – 46 años


—Ah... ¿Por qué justo hoy? —suspiraba decaído el señor Honda al notar la avalancha de gente que marchaba sobre la avenida ocasionando un tráfico terrible. Llevaban atascados casi una hora ya y el museo que iba a visitar cerraba en 30 minutos, estaba a punto de resignarse a que se lo perdería.

Kiku Honda era un humilde hombre japonés quien desde niño había escuchado hablar maravillas sobre los Estados Unidos y durante toda su vida había ansiado visitar aquel famoso país occidental. Ahora que era un adulto finalmente había conseguido ahorrar el dinero suficiente para gastar en algunas semanas de turismo, pero desde que llegó había tenido muy mala suerte.

—Son realmente un fastidio —resopló su chofer mientras encendía un cigarrillo y se lo llevaba a la boca. Yao Wang, un inmigrante chino que tenía ya bastante tiempo viviendo en ese país, estaba acostumbrado a esa clase de eventos.

—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Kiku preocupado—. ¿Es alguna festividad importante en esta ciudad?

—¿Qué? No, para nada. Solo ese grupo de idiotas haciendo una huelga otra vez. Como si fueran a conseguir algo de todas maneras...

—Ya veo...

Kiku se asomó por la ventanilla. Frente al enorme grupo de gente, sus ojos le permitieron visualizar a aquel que parecía encabezar la marcha. Un hombre rubio, cabello largo, voluminoso y brillante, llevaba un par de lazos rosados sujetándolo, pero lo dejo pasar. Hasta ese punto parecía una persona común y corriente, tal vez bastante más... ¿atractivo que el promedio? Cargaba un megáfono en una mano y una pancarta color rosa en la otra.

Una chica a un costado suyo, que lo había estado acompañando al frente todo el camino, le dio un par de palmadas en la espalda, pareció decirle algo con una confiada sonrisa en el rostro y alzó un pulgar al aire. Después de eso parecieron acordar algo y finalmente se las arreglaron para que el hombre subiera a los hombros de la chica. Ya arriba, sin dejar de marchar, comenzaron a gritar más fuerte algún slogan extraño sobre los derechos de los trabajadores, el cual habían estado recitando durante toda la cuadra, mismo que al final de cuentas, el señor Honda no entendía del todo pues su ingles era algo básico.

No obstante, a esa altura la vestimenta que el hombre llevaba fue finalmente visible en su totalidad desde el punto de vista de Kiku. Y no pudo haberlo agradecido menos. Un ajustado vestido rosado lleno de encajes, holanes y demás, era lo que llevaba puesto aquel individuo. Un montón de piel y vello corporal se encontraban libres a la vista y la exageración del corto de su falda ponía muy en duda la existencia de alguna clase de ropa interior.

Con un rápido movimiento, Kiku cerró la ventanilla nuevamente y apartó la vista de la huelga. Era verdad que todo en aquel país era demasiado nuevo para él, se preguntaba si quizás aquellas estrafalarias vestimentas serian algo normal en el occidente para llamar la atención en esa clase de eventos.

De cualquier manera sus pensamientos se vieron interrumpidos por el claxon del auto y los gritos furibundos de su chofer.

— Kuài diǎn, gāisǐ de! [¡Dense prisa, maldición!] —se quejaba impaciente—. Ugh... De verdad son un fastidio —terminó suspirando con tremenda resignación.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora