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Diez mil años de vida.❞
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KIM HAENUL
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Martes, 21 de enero del 2020.
13:58 hrs

Mi mano trazó sobre la hoja que sostenía con rapidez aquella respuesta para el ejercicio de física. Volví a leer la orden para luego cerciorarme de que la fórmula estuviera bien y así poder continuar la actividad. Sin embargo, algo o más bien, alguien estaba desconcentrando a mi cabecita.

Iba a matarlo.

Los labios de Jeon dejaron de de mostrar su cariño en mi mejilla para comenzar a descender por mi mandíbula tortuosa y lentamente. La calidez y suavidad de dichos estaban jugando con mi cordura, no dejando atrás a mi órgano cardíaco que hacía la función de llegar la sangre a distintos lugares del cuerpo, mi cara como un claro ejemplo.

Por inercia ladeé mi cabeza cediéndole el paso a su boca experta, misma que se dedicó con atención a dejar besos sobre la piel descubierta de mi cuello. Cerré los ojos ante la sensación, pero rápidamente volví a la realidad cuando fui consciente del lugar y la situación donde estábamos.

—Nos va a ver alguien, Kook. Que estemos a varios metros del suelo no significa que seamos libres de paparazzis —aclaré lo obvio, girando un poco mi cabeza para verlo justo detrás de mí.

Él hizo un adorable puchero. —Estoy empezando a arrepentirme de haberte traído aquí —murmuró, rodeando mi cuerpo entre sus brazos y recostando mi espalda en su regazo—. Debí haberte llevado al centro comercial.

—¿Para estar solos y no rodeados de mucha gente en búsqueda de diversión? —traté de bromear al respecto, escribiendo a su vez en la libreta que sostenía.

Ajá. Aunque me gusta estar aquí —apoyó su mentón en mi hombro—. La vista es bonita.

—Si, lo es —dije, admirando por unos escasos segundos el lugar frente a mis ojos.

Cómo habíamos quedado en el día anterior, ambos estábamos en un parque de diversiones. En ese justo instante nos veíamos en la gran estrella que permitía la vista a la ciudad, estando en la parte más alta. La brisa fresca golpeaba nuestros cuerpos repetidas y placenteras veces, ocasionando que nuestros cabellos se movieran constantemente.

Me encontraba sentada en el suelo con mi libreta de física al frente, pues quería terminar un ejercicio con la ayuda de él. No obstante, tenerlo justo detrás de mí, abrazando y besando mi cuerpo, de verdad que no ayudaba.

—Está bien. El ejercicio, digo —señaló sobre la hoja—. Sólo calcula esto y ya tienes el resultado.

—Eres un dios, Jeon —halagué, sintiendo su pecho vibrar cuando una risa nasal se escapó de sus labios.

—Lo sé.

—Tonto.

—Me amas así, no lo niegues —murmuró con su voz impresionantemente ronca. Luego de eso sentí su cálido aliento en mi oído, dándome a comprender que era el momento de suspirar enamorada.

Y así fue.

Mientras intentaba continuar con los ejercicios, JungKook se dignó en comenzar a mordisquear, besar y lamer sutilmente el lóbulo de mi oreja. Aquel tacto tan despiadado y suave me estaba encantando como nunca antes, sentía todo mi cuerpo alborotarse y actuar por si mismo ante sus caricias, así como también sentía los palpitantes estruendos de mi corazón.

still with you • j.jkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora