Nuevas inquilinas de la sala de menesteres

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*Clack* *Clack* *Clack*

El sonido de la madera al chocar resuena en la habitación. Mi cuerpo se mueve con naturalidad, ajustándose a cada movimiento mientras esquivo un corte entrante.

*CLACK*

En respuesta, lanzo un tajo rápido a mi oponente: un muñeco de madera que sostiene una espada en su mano. Aunque también es de madera, mi espada deja una gran abolladura en el pecho del muñeco, que queda inmóvil por un momento antes de caer hacia atrás.

*CLAP*

-Fiu... con este van cuatro -exhalo mientras siento que mi energía mágica se disipa. Al observar a mi alrededor, noto cuatro maniquíes de madera en el suelo.

Cada uno de ellos tiene dos espadas de madera en las manos, y todos presentan una leve abolladura en el pecho, como si algo duro hubiera impactado de lleno.

Hoy dediqué casi todo el día a pulir mi técnica; hacía tiempo que no tenía espacio para practicar esgrima. Mi tiempo se va entre los estudios de la escuela, el aprendizaje de barreras, mis responsabilidades como guardián de Hogwarts, resolver pequeños incidentes, el entrenamiento de mi energía mágica y mis proyectos personales.

Sin olvidar el tiempo con Alice, a quien ya estoy enseñando sentido común y a leer. No dejo pasar ni una noche sin descansar ni mis salidas matutinas, momentos que reservo especialmente para estar con ella.

Era casi mediodía en este sábado. Los exámenes están ya a la vuelta de la esquina y todo el ambiente escolar está tenso.

Bueno, quizás un poco más tenso de lo habitual.

Como era de esperar, el colegio entero se sumió en un "ruido silencioso" durante las últimas semanas. No solo los profesores y los alumnos de último año parecen los más afectados por esta tensión; los estudiantes menores también se ven algo inquietos.

Sin mencionar que la cantidad de lechuzas que van y vienen se duplicó en solo unos días. El evento más importante en este periodo sería la reunión del consejo escolar, como estaba previsto, aunque decidí no asistir. Noté, sin embargo, cómo tanto alumnos como profesores ponían más atención a los estudiantes de quinto año en adelante, quizás pensando que el guardián estaba entre ellos.

Esta situación trajo consigo nuevas medidas del director. Entre ellas, un toque de queda extendido y un control de asistencia más estricto para identificar cualquier anomalía. Era una decisión esperada, después de todo.

Por esto, agradezco haber desbloqueado una nueva habilidad ahora que tengo el título de Lord de Hogwarts: puedo convocar la puerta de la Sala de los Menesteres en cualquier lugar donde me encuentre, sin necesidad de ir a su entrada fija en el séptimo piso. Descubrí también algo interesante: alguien, posiblemente Dumbledore, colocó una barrera de aviso en la entrada de la Sala de los Menesteres en esa ubicación. Esto confirma que hay personas que conocen la existencia de la sala, así que será un punto a considerar.

-Por el momento, estos imprevistos no me complican demasiado -dije, secándome el sudor del rostro y dejando la espada en su pedestal.

Ya estoy demasiado acostumbrado a esta rutina; para mí, es algo completamente normal. Mirando hacia atrás, diría que me he vuelto casi un obsesivo del entrenamiento, aunque no al punto de enfocarme exclusivamente en ello.

Mi cuerpo infantil es algo más grande que el de los demás, más delgado y no tan erguido. Mis músculos están definidos, aunque sin mucho volumen. Diría que mi físico no es apto para el culturismo; por más que me esfuerce levantando pesos o intentando desarrollar músculos más gruesos, parece que mi cuerpo se moldea solo para mantenerse delgado.

Reencarne sin querer y además.... ¿Por qué las túnicas negras?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora