Capitulo 9

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La forja funcionaba, la mini fábrica de sal también, los herreros se esforzaban, los granjeros cuidaban los campos.

Todo iba viento en popa, Arthur quien se encontraba dando vueltas por el lugar tranquilamente, escuchó algo de conmoción y fue a explorar.

-¡Buenas noticias! ¡El señor Piers ha regresado, trae a 13 personas! -Gritó un explorador.

-¡Se acerca Emmet a lo lejos, creo que trae a 12 personas consigo! -Gritó otro.

Arthur sonrió, el plan había salido como esperaba, pero las buenas noticias no acababan allí.

-¡Mi señor, Robert y su grupo han regresado! -Vino corriendo otro explorador.

Junto a él venía un miembro del grupo de Robert.

-Mi señor, asaltamos a dos guardias y rescatamos a 43 esclavos, recogimos todo el oro y la comida posible, Robert envío algunas armas y otras cosas de metal a la herrería. -Reportó el hombre.

-¡Excelente, buen trabajo! -Felicitó Arthur.

Él se dió media vuelta y miró a sus aldeanos.

-¡Gente, tenemos trabajo que hacer. Hay que asegurarnos de recibir como es debido a nuestros nuevos hermanos y hermanas! -Dijo Arthur.

La gente se emocionó, nada les satisfacía más que ver el lugar crecer y prosperar.

Los 5 comerciantes habían traído también un par de carromatos nuevos, por supuesto ellos no habían ido solos, fueron con otros aldeanos extra a modo de guardaespaldas.

En tan solo un día, Arthur recibió en su base a 102 aldeanos nuevos. Luego de que los comerciantes descansarán un par de días, volverían a partir para traer 50 o más esclavos nuevos.

No solo era el método más confiable sino también el más inteligente, algunos esclavos sabían sobre herbolaria, otros cocinaban mejor, cazaban mejor, etc. Les estaba salvando la vida a casi que a cambio de sus conocimientos.

Arthur no era estúpido, esta gente se sentía en deuda con él y entre más aprendieran de él menos querrían separarse, no importa si eran 100, 200 o un millón. En este mundo, alguien como Arthur era invaluable y las personas lo sabían.

Era su mesías añorado.

El lugar por el momento tenía 3 reglas, no robar, evitar las disputas así sean raciales o por género y por último, lo que pase aquí se queda aquí.

A medida que los nuevos se integraban, adoptaban la forma de ver y pensar de los anteriores a ellos. Algunos nacieron esclavos, otros por X razón terminaron siéndolo.

Traicionados, inculpados, perseguidos, exiliados... la mayoría estaban cansados de esas vidas y del mundo que los abandonó a su suerte. Este lugar fue como un paraíso para ellos.

Podían vivir tranquilamente sin preocuparse mucho por los problemas del mundo. Teniendo eso en cuenta, ¿Por qué habría que traicionarlos por unas pocas monedas? ¿Y si volvieran a terminar siendo esclavos? ¿No habrían destruido el único lugar que podrían considerase seguro?

No valía la pena, ni el riesgo ni el precio.

Aquí estaban siendo educados, los niños eran felices y los adultos estaban complacidos, podían aprender a leer y escribir cosa que ya de por sí es casi imposible para un ciudadano normal.

El trabajo en teoría era bien pagado aunque no hubiera monedas de oro, recibirían comida suficiente para estar satisfechos y con energías.

La sal literalmente era gratis por ahora, en otras ciudades es muy difícil comprarla, las minas de sal solían colapsar, los esclavos en su interior morían y había que gastar mucho dinero en sus reemplazos.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora