capitulo 45

1.9K 275 19
                                    

Era de mañana, el sol mañanero llenaba de color al mundo con su resplandor, sus rayos creaban haces hermosos que atravesaban hojas, puertas y ventanas.

El oleaje podía escucharse a lo lejos junto con el hermoso cantar de las aves. Hoy hacia un buen día, y Orley lo sabía.

-Buenos días, mi señora. Es hora de despertarse. -Dijo una sirvienta.

Está corrió las cortinas, el sol golpeó directamente el rostro de la hermosa rubia acostada sobre su cama.

-Mnn... -Gruñó suavemente ante la repentina iluminación.

Sus recuerdos eran borrosos pero mientras despertaba, poco a poco se harían más claros. De repente, sus ojos se abrieron de par en par mientras se levantaba soltando un grito ahogado.

-N-No puede ser... -Dijo- ¡No puede ser! -Gritó mientras se sostenía el cabello.

Esta mujer por supuesto, era Adela Greenhart. Y había recordado lo que hizo anoche.

-N-No hay forma de que yo haya podido... -Su rostro se enrojeció de vergüenza.

De repente, notó que traía ropa distinta a la de anoche, lo que provocó que se avergonzara aún más.

-¡¿Q-Quien me trajo anoche?! -Le preguntó a la sirvienta.

Está tenía una sonrisa forzada.

-F-Fue sir Arthur, mi señora. -Respondió incomodamente.

-E-Entonces está ropa significa que él... -Dijo mientras se miraba.

-¡N-No, mi señora! Sir Arthur solo la dejó en cama, nosotras nos encargamos de vestirla cómodamente. -Respondió rápidamente mientras sacudía sus manos-. Sir Arthur no hizo nada inapropiado, mi señora.

-¿D-De verdad? -Preguntó Adela casi llorando.

-Lo juro por los dioses y mi familia, mi señora. -Dijo, aunque parecía que fuese ella la que iba a llorar.

Adela suspiró aliviada, pero después de recordar cómo abrazó, se acurrucó e intentó besar a Arthur...

-¡¡¡AAAAAAHHHHHHH!!! -Chilló con una almohada en su cara.

La sirvienta no sabía si reír y llorar. Adela era toda una mujer hecha y derecha, pero ahora mismo parecía una adolescente común.

-No hay forma de que pueda volver a ver a Arthur a la cara después de lo de anoche. -Adela sintió que quería morir-. Seguramente piensa que soy una cualquiera.

-N-No mi señora, usted no es una cualquiera. -Dijo la sirvienta sentándose junto a ella y consolandola.

-¡Si lo soy! -Lloró-. Si tan solo hubieras visto como lo abrazaba y lo acariciaba.

Adela se llevó la almohada a la cama, la sirvienta sonrió y le acarició el cabello.

-Está bien, mi señora, está bien. No hay forma de que Sir Arthur piense mal de usted. -Dijo.

Adela asomó su rostro ligeramente.

-¿De verdad? -Preguntó.

-¡Sí, de verdad! -Afirmó la sirvienta-. Debió de ver cómo la traía en brazos, se veían tan bien juntos y el la cargaba con tanto cariño y cuidado...

Adela se puso como un tomate, la sirvienta soltó un largo y profundo suspiró.

-Como desearía que un hombre tan alto, fuerte, apuesto y considerado me cargase así también. -Sonrió.

Adela enterró su cara en la almohada otra vez.

-Incluso fue tan considerado que no solo le quitó los zapatos al dejarla en la cama, también le dió un beso en la frente antes de irse. -Añadió la sirvienta-. No hay forma de que haya hecho algo así si usted no fuera de su agrado.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora