Capitulo 53

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—¿R-Realmente voy a hacer algo tan... Indecente? —Pensó Adela aferrándose a su toalla.

Pudo escuchar a Arthur entrar al agua, la imagen de Arthur desnudo hacia que sus nervios aumentarán y su vista se nublara.

Pero de repente, Adela sacudió su cabeza y puso una expresión molesta.

—¡Vamos! ¿Que te pasa? ¿Acaso eres una puta niña?—Gritó en su interior.

Pero esa no era su preocupación, en realidad temía no ser del agrado de Arthur, Adela ya tenía ya 34 años.

Lo normal sería casarse antes de los 30, y si una mujer no se casaba antes de esto la veían mal. La razón por la que a ella no la trataban con desprecio o asco, es porque estamos hablando de Adela Greenhart.

Solo un tonto se atrevería a despreciarla en público.

Armandose de valor, decidió dejar de lado sus miedos y preocupaciones entrando al baño en el momento en el que Arthur se estaba sumergiendo en el agua.

—Ha... —Suspiró Arthur cerrando sus ojos y relajando su cuerpo.

La calidez del agua era perfecta, sentía que todos los problemas, preocupaciones y demás se iban. Ahora mismo ya nada importaba, solo era él y el baño.

Por lo menos hasta que entró a Adela.

Arthur solo escuchó el sonido de alguien entrando al agua.

—¿El agua está perfecta, no? ¿Qué opinas? —Preguntó Arthur.

Él miró hacia Adela y su expresión se quedó congelada al verla, Adela apretó los labios cuando vio su rostro.

Él miró hacia Adela y su expresión se quedó congelada al verla, Adela apretó los labios cuando vio su rostro

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—N-No me mires demasiado... —Dijo con timidez

La boca de Arthur se abrió ligeramente, estupefacto ante semejante belleza, inconscientemente desvió la mirada hacia otro lado.

—¿P-Por qué estás...? —Preguntó.

Esto era muy diferente a cuando tuvo que tocar a las otras chicas en ropa interior, frente a él estaba Adela, su amiga y compañera de negocios. Era muy diferente a estar con un montón de desconocidas.

—¿N-No se supone que es así como funciona esto? —Preguntó ella.

Ambos estaban incómodos, Arthur por lo repentino de la situación, Adela por no saber que hacer ahora. Antes de que Arthur pudiera responder, Adela notó la toalla que cubría de la cintura para abajo a Arthur, su rostro se puso tan rojo como el metal forjado.

—¡L-Lo siento, me confundí! —Cubrió su cuerpo y huyó. Al igual que como lo haría una joven adolescente.

Quería tirarse de un barranco por su estupidez, ni siquiera escuchó a Arthur cuando él le gritó que no debería correr.

Pero fue muy tarde, en cuando uno de sus pies tocó la piedra fuera del agua, fue tan resbaladizo como pisar un jabón, soltó un grito ahogado y miedo a golpearse contra el suelo de piedra.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora