Capitulo 91

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Sentado en el jardín de su mansión, Arthur se encontraba disfrutando de un té con su esposa mientras charlaban sobre las últimas novedades de Orley.

La producción de Orley seguía igual de prospera como siempre, pero su desarrollo se vió relativamente detenido por la guerra que se avecina.

Según su confiable informante, el conde Preston. No sería de sorprenderse que ya estuvieran cargando hacia aquí.

Está era una guerra interna en el reino donde el 90% estaba encontrá de Arthur y su gente, pero él no tenía miedo. La diferencia de poder era igual sino superior a la de sus números.

Es una pena que no hubiera maquinaria suficiente para hacer munición en grandes cantidades, de lo contrario, Arthur no habría tenido miedo de crear más fusiles y cualquiera de las primeras armas automáticas de la historia.

Incluso la ametralladora que funcionaba con una manivela, antepasado de armas como la MG42 o calibres .50

Eso cambiará cuando acaben con este gobierno. Glideric se convertirá en un paraíso económico y militar. Y todo porque finalmente alguien que entiende que desarrollar un país es mucho más productivo que forrarse los bolsillos con el arduo trabajo de su pueblo.

Idiotas que prefieren arruinar a su gente por un presente mejor para sí mismos, que esforzarse para disfrutar de un mejor futuro lleno de posibilidades y maravillas.

Adela comenzó a entender eso entre más tiempo pasaba con Arthur, el dinero se convirtió en su tercer a prioridad siendo superada por el deseo de presenciar las maravillas del futuro. De primera prioridad, por supuesto, la presencia de su amado en su vida.

Adela observaba a su amado beber su té con una sonrisa, ambos estaban contentos solo por estar junto al otro. Aunque a diferencia de Arthur, Adela no estaba tan relajada.

Emma llegó con una bandeja en sus manos, era el almuerzo de ambos. Tanto ella como su nueva madre parecían nerviosas.

Emma miró a Adela cuando colocó la bandeja sobre la mesa y está le asintió con la cabeza. Luego, como es debido, Emma procedió a servirle al hombre de la casa, dueño y ya de por sí su señor feudal.

-A-Aquí tienes... Papi... -Dijo Emma con una expresión llena de vergüenza y timidez.

-Gracias, Emma. -Sonrió Arthur a punto de acariciarle el cabello pero frunció el ceño-. ¿Cómo me llamaste?

-Y-Yo... Umm... Papá... -Repitió mientras se aferraba a su vestido.

Arthur abrió los ojos con sorpresa y miró a Adela para ver su expresión. Adela tomó a Emma y la acercó a ella mientras colocaba sus manos en sus pequeños hombros.

-Mi amor... Estuve pensando qué... ¿Que opinas de adoptar a Emma? -Preguntó Adela pero luego negó con la cabeza-. No, más bien. Quisiera que Emma fuera nuestra hija.

Adela notó como Arthur apretó ligeramente los labios, una casi imperceptible tristeza se reflejó en sus ojos y Adela lo notó.

Arthur miró a Emma, se levantó de su silla y se arrodilló frente a ella con una leve sonrisa.

-¿Estás bien con esto, Emma? -Preguntó Arthur.

Emma tímidamente asintió con la cabeza.

-La señor... Mami es muy buena conmigo, y el señor Arthur me cuida y se preocupa bastante por mí, Aunque yo lo moleste con sus estudios aveces. -Dijo mientras bajaba la cabeza-. Yo también los quiero. Y si quieren que sea su hija, entonces también me gustaría serlo.

Arthur notó la mirada cariñosa que tenía Adela hacia Emma. Arthur sonrió mientras tomaba a Emma por sus adorables mofletes y la miró a los ojos.

-No bajes la cabeza, Emma. Si eso es lo que ambas quieren, no tengo motivos para decirles que no. -Los ojos de Adela brillaron cuando escuchó a su amado acceder al instante.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora