Capitulo 83

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—N-Necesito ir al baño... —Dijo Emilia ligeramente avergonzada mientras cruzaba las piernas.

Arthur la miró de pies a cabeza, Emilia desvió la mirada.

—llevas aguantando un buen rato, ¿Por qué no dijiste nada? —Sin esperar una respuesta, Arthur abrió la ventanilla que daba al conductor y le habló a Faila—. Descansemos un rato.

Faila asintió con la cabeza y gritó la señal de detenerse. Liliana suspiró algo aliviada ya que quería salir un rato y estirar las piernas.

Emilia se bajó, también aliviada por estirar las piernas.

—Tomate el tiempo que necesites. —Dijo Arthur, quien levantó los brazos y se estiró cómodamente.

—... ¿Sin acompañantes? —Emilia levantó una ceja.

—No temo que escapes, pero si te da miedo ir sola... ¿Faila, te importaría?

—Sin problemas.

—N-No me da miedo ir sola. —Dijo Emilia alejándose de ellos—. ¿Ves?

—No se aleje mucho, mi Lady. Los osos ya no están hibernando y no es raro verlos por estos lares. —Advirtió Faila.

Emilia se detuvo y se estremeció.

—¿O-Osos?

Faila soltó una pequeña risilla.

—Está bien, yo te acompaño. También necesito ir al baño. —Dijo Liliana acercándose a ella.

—¡No es mentira lo que dije, eh! ¡Tengan cuidado las dos!

—¡Lo sabemos! —Liliana sacudió su mano despreocupadamente.

Luego de aliviarse comieron tranquilamente. Emilia se sentía rara ya que no estaba siendo custodiada por nadie y su presencia aquí era como si fuera alguien más del grupo.

Cuando cayó la noche, el grupo se sentó alrededor de una fogata que se encargaba de cocinar carne. Estaban junto con Emilia, ella vió a un soldado haciéndole mantenimiento a su arma de fuego y suspiró recordando como hace un par de días atacaron su hogar.

—¿Que son esas cosas? —Preguntó Emilia señalando el mosquete.

—¿Eso? Eso es un arma. —Respondió Arthur.

—E-Eso lo sé... —Emilia sintió que se burlaban de ella—. Es solo que nunca había visto algo así. ¿Qué hacen?

—¿No viste como se usaron en Calbourne? —Arthur levantó una ceja.

Emilia negó con la cabeza y le contó que la batalla ya había terminado cuando fueron capturados aunque las vió antes, nunca las vio usarse.

—Entiendo. Eh, soldado. —Arthur llamó al soldado más cercano y señaló un arbol—. Hazle una demostración a la dama.

—Con gusto, señor.

Emilia vió como el soldado apuntaba hacia el árbol, no fue hasta que Arthur dió la orden que el soldado abrió fuego.

El repentino estruendo hizo que Emilia diera un brinco en su asiento, la sorpresa y el miedo era visible en su rostro pero se quedó perplejas con los resultados.

La bala le había arrancado un buen pedazo al árbol.

Emilia vió como el soldado recargaba su arma, sintió que era algo lento pero luego de ver el resultado...

—Cada bala es suficiente para matar a cualquier soldado, ahora imagina a alrededor de 8 mil soldados disparando simultáneamente. —Mencionó Arthur.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora