Capitulo 93

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Todos estaban tan concentrados en la guerra que se habían olvidado de cuánto empezó a llover exactamente. El cielo se tornó gris y los furiosos rayos iluminaban el campo de batalla.

—¡Apunten a los arqueros, lancen granadas ala infantería! —Gritó Arthur.

Arthur no quería arriesgarse a perder munición con los escudos, así que los soldados lanzaron granadas después de encender sus mechas. Era más fácil atacar a la infantería debido a la falta de defensas en su equipamiento.

Los soldados enemigos estaban horrorizados ante la gran cantidad de muertos por segundo a su alrededor, se estaban enfrentando a los desconocido pero aún así avanzaban.

Retroceder significaría traición y la traición era igual a la muerte sino peor.

—¡Vamos, hermanos, debemos llegar al muro antes de qué- —Un soldado Gliderianos gritó segundos antes de estallar por una granada.

Uno de los soldados que se llevó la menor parte de la explosión, se levantó aturdido y vio los restos de sus compañeros esparcidos. A algunos les faltaba una extremidad, otros tenían el torso abierto debido a la enorme cantidad de metralla que los atravesó.

Pálido, el soldado no pudo reaccionar y fue asesinado por un disparo en la cabeza.

—¡Catapultas acercándose, 200 metros!

—¡Apuntando, 200 metros!

—¡¡¡FUEGO!!!

Los cañones en el muro dispararon, los soldados que manejaban las catapultas apenas si pudieron alejarse de ellas antes de que estás fueran borradas por completo.

—¡Si!

—¡Recarguen cañones!

—¡Recargando!

Los soldados estaban dando todo de sí, solo descansaban cuando recargaban sus armas y aún así lo hacían con prisa.

El muro tenía un recubrimiento de madera que funcionaba como paredes y techo, impedía que todos pudieran disparar simultáneamente pero al verlo cubierto de flechas sin duda era mucho más efectivo.

En cuanto a los mosquetes, cuando uno disparaba, se hacía a un lado para que otro lo hiciera con tal velocidad que parecía un círculo, cuando el último disparaba, ya el primero había terminado de recargar y procedía a dar su siguiente disparo.

Liliana disparaba con su fusil a cada soldado que veía, su precisión era excelente pero la falta de habilidad del enemigo también le daba mucha ventaja.

Ella estaba sorprendida por cuan diferente se volvió la guerra desde que comenzó a usar estás armas y sentía dolor puesto que con cada bala le arrebataba la vida a un posible súbdito.

Luchaba por su pueblo pero al mismo tiempo los estaba asesinando. Aún así, se mantuvo firme. Era conciente de que no tenía opción, aunque ciegamente, ellos decidieron su camino. Liliana solo podía pensar en ellos como un sacrificio por un futuro mejor.

*Bang*

—¡Necesito municiones aquí! —Gritó Liliana.

—Toma de las nuestras, en cualquier momento llegarán las siguientes cajas. —Dijo Arthur.

Cada cierta cantidad de soldados tenían una caja de balas para sí mismos, unidas por "cartuchos" de 5 unidades. Liliana tomó un par de cartuchos y procedió a recargar su fusil.

—¡Médico!

Liliana vio como retiraban a un soldado con una flecha en el hombro, observando más atrás vio a Miri atendiendo a los heridos junto con otros médicos. Más al fondo se encontraban otros cubiertos por mantas, afortunadamente no eran tantos como las bajas enemigas.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora