Capítulo 34

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—¡Arqueras! —Gritó Arthur.

Las mujeres apuntaron sus arcos y dispararon sin vacilar, los más afortunados recibieron los disparos en sus pies, otros o no pudieron bloquear a tiempo o sus escudos no fueron lo suficientemente grandes y acabaron muriendo.

Un pequeño grupo de 30 hombres logró llegar hasta los soldados de Arthur frente a la puerta, planeaban atravesarlos como sea y escapar para informar al rey.

Lo que no esperaban era que la línea de defensa se abriera en dos y un grupo de soldados con lanzas cargarán hacia ellos y los empalaran como brochetas.

Gritos y chillidos eran lo único que podían soltar, el sonido del metal golpeando el metal se hizo presente por doquier. Arthur, dando el ejemplo a sus hombres, se mantuvo en primera línea con su escudo y espada en alto.

—¡¿Quienes somos?! —Gritó.

—¡Orlianos! —Respondieron sus hombres.

—¡¿Por qué luchamos?! —Gritó Arthur.

—¡Por el pueblo y nuestras familias!

Arthur vió como se acercaba un gran número de tropas enemigas, todas dirigidas por el general enemigo.

—¡Soldados, defenderemos este lugar unidos! ¡Vigilen a sus compañeros pues son sus hermanos, y ningún hermano debe ver morir a otro! ¡Por Orley! —Gritó Arthur.

—¡¡¡POR ORLEY!!! —Siguieron sus soldados.

Los enemigos rugieron y cargaron con todo hacia el grupo de Arthur.

—¡Lanzas! —Gritó Arthur.

Todos se inclinaron un poco, sus compañeros atrás que estaban escondidos, se asomaron y empujaron sus lanzas por encima.

—¡Aghh! ¡¡AHHGGG!! —Gritaban los enemigos.

—¡AHORA! —Gritó Arthur.

—¡AU! —Rugieron los soldados de Orley.

Golpearon y empujaron a los enemigos empalados con sus escudos, los Fenderianos detrás o tuvieron que detenerse o recibieron a sus compañeros encima pero lo cierto es que justo después de eso, los hombres de Arthur y el propio Arthur hicieron sus escudos a un lado y los apuñalaron con sus espadas para luego volver a la posición original.

Lo hacían organizadamente. Defender, contraatacar y asesinar. Defender, contraatacar y asesinar. Todo mientras las arqueras disparaban a matar a cualquier enemigo que estuviera en su rango de visión.

Algunos Fendarianos saltaron por encima de la línea de defensa pero solo fueron recibidos por las lanzas detrás de Arthur. En los muros, lo mismo estaba sucediendo, algunos Fendarianos intentaban llegar a las arqueras pero antes tenían que pasar por los guerreros de Arthur.

Era una masacre unilateral y no importa como lo intentasen, la única pila de cadaveres que había solo se formaba frente a los escudos Orlianos.

—¡Mi señor, Los Gliderianos han tomado la puerta norte, nuestras tropas se repliegan! —Gritó un soldado.

—¡Hemos perdido el fuerte, nuestra única opción es atravesar este grupo con todo! —Gritó el general.

Era todo o nada, una gran ola de enemigos se avecinaba sobre Arthur pero aún así, él estaba dispuesto a demostrar de lo que era capaz su gente.

—Los diooses declaraaaron, laas aaarmas tomaaar... Hooombres y mujeeeres, a la gueeerra marchaaar... Ninguuuno de nosotros está noche moriraaa. —Cantó Arthur.

—¡Hooombres y mujeeeres a la guerra iremos, lucharemos y sangraremos pero no moriremos! —Siguieron sus soldados.

Golpearon sus escudos con sus armas y pisotearon con fuerza el suelo, Arthur les contaba historias a sus hombres sobre batallas legendarias y cantos de guerra.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora