Orley, mes y medio después.
Debido al roce entre Henry, Liliana y Arthur así como también la forma en la que evitaban reunirlos. La reina Selise y Elena supieron de inmediato la opinión de ambos al respecto aunque no lo dijeran.
Henry por otro lado se sintió muy molesto, aparte de que lo ignoraban o lo hacían de lado, no podía hacer técnicamente nada en Orley.
Paseando por la ciudad se dió cuenta de que las mujeres hermosas abundan, su sorpresa como su hambre aumentaron enormemente pero para su desgracia, ni siquiera su estatus como príncipe le ayudó en absoluto.
Para su mala suerte la población de Orley no quería nada más que una relación cliente empleado con sus visitantes, sobre todo si eran nobles. Los trataría con respeto y dignidad pero nada más allá.
Si bien Henry no fue arrestado por los pelos, se le dieron varias advertencias a su comportamiento lo cual solo lo hizo sentir aún más indignado aborreciendo a esta ciudad y su gente.
Selise y Elena tuvieron que partir antes de lo planeado, ahora debían planear como solucionar la relación entre Arthur y Henry pero de momento, los mantendrían a ambos separados lo mayor posible.
Estaban siendo extremadamente cuidadosas, un error y Liliana si no les caía encima ahora lo haría en un futuro y con mayor fuerza.
Pero, con la partida de la familia real llegó un visitante inesperado poco después. Los restos de un barco gravemente herido y sin velas de alguna manera lograron llegar hasta los muelles de Orley.
Arthur fue inmediatamente a presenciarlo y rápidamente se encontró con el dueño del casi naufragio justo arrimando a su muelle.
—Gracias a los dioses, ¡Saludos, buenas personas!
Un hombre joven, aproximadamente de unos 25 años, rubio y ojos azules habló. No tenía aspecto de capitán, pero sin duda era el dueño del navío.
—¿Que demonios les ha pasado? —Preguntó Arthur sorprendido al ver el barco justo cuando una tabla se le cayó.
Sí, un barco... O lo que quedaba de él...
—¡Piratas! ¡Esas sucias ratas nos abordaron durante la noche! Logramos hacerlos huir pero el coste fueron nuestras preciadas velas.
Si bien ambos hablaban el mismo idioma, su acento era ligeramente diferente. Como el español de España y el Latino.
El rubio se acercó a Arthur y le ofreció su mano.
—Soy Sir Edwin de Veluca, usted debe de ser el señor de la ciudad. —El rubio miró a los guardias detrás de Arthur.
Arthur asintió con la cabeza y estrechó la mano de el tal Edwin.
—Arthur Graywolf.
—Es bueno poder ver caras amigas luego de semanas sin ver tierra. —Suspiró— Estábamos empezando a entrar en pánico cuando vimos cuan escasas eran las reservas de la nave. Sé que mi aparición es muy repentina, pero en verdad me gustaría que nos echarán una mano... Por supuesto, pagaré lo necesario.
Arthur volvió a asentir con la cabeza.
—Entiendo perfectamente su situación, mis hombres se asegurarán de dejar su navío como nuevo.
—Millones de gracias, camarada. —Edwin casi llora de alegría al escuchar eso—. Por cierto, amigo, ¿Sabes que tan lejos estamos del puerto de Caleidorn?
—¿El puerto de Caleidorn? —Arthur frunció un poco el ceño mientras pensaba, no había ningún puerto llamado así en Glideric, ni mucho menos una ciudad llamada Veluca.
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Rey De Reyes - Volumen 1
Ficção Geral¿Que pasaría si un joven amante de la estrategia, gestión de recursos y supervivencia va a otro mundo ambientado en la edad media dónde los castillos se alzan y las espadas chocan? Pues de eso trata esta historia, Arthur, un joven muy inteligente y...