13. ME AVERGÜENZA QUE SEAS MI HIJO.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Mateo 7
12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

- Mateo 7
2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.

Salgo de la habitación, llego al comedor y no hay rastro de ella.

Rápidamente la busco por toda la casa, pero no está.

Salgo de casa y comienzo a caminar de un lado a otro con la intención de encontrarla.

Tengo tanta rabia que me duelen los dedos de tanto empuñar las manos.

«¿Que diablos se cree, para hacerme algo tan bajo como eso?».

«¿Es que acaso no se da cuenta que me acaba de arruinar?».

—¡Fabri! —escucho que me hablan a mis espaldas.

Volteo a ver y es el cuadre de Jason, la rubia que trajo para estorbar la relación de Deimond y Linda.

—jamas me imaginé que fueras así —me dice asombrada.

—no es lo que estás pensando —le digo.

—no te preocupes —me dice —yo no soy lesbiana, pero apoyo a los del LGBTI, cada uno es libre de decidir su identidad sexual.

—¡Que yo no soy así! —le grito indignado —yo soy un hombre.

—te entiendo —me dice mirandome con lastima —es normal que lo niegues porque te da vergüenza, pero no debes de avergonzarte por lo que eres, estamos en un país libre.

Me masajeo la cien con la intención de no perder la paciencia con esta rubia cabeza hueca, aunque creo que ya la perdí, pero por lo visto no tiene caso discutir con ella.

«Ojalá no todo el mundo piense así como ella».

—¿Dónde está Linda? —le preguntó.

—¿Cuál Linda? —pregunta haciéndose la desentendida.

«Definitivamente no sé cómo le hace Jason para acostarse con esta vieja».

—la chica de Deimond —le explico.

—¡Ah! —exclama —¿Te refieres a su prima?.

—no te hagas —le digo al borde del colapso —tu bien sabes que no es así.

Cuando veníamos viajando en el avión, ella y Jason acordaron decir eso delante de Linda para que pensará que Deimond lo había dicho en verdad, cuando no era así.

—la ví en la caballería —responde por fin.

Sin decir nada más, voy hacia ahí, en busca de Linda.

Llegó y la encuentro tranquila, calmada acariciando un caballo.

—¡Linda! —la llamo.

Ella deja de acariciar al animal y fija su vista en mi como si nada.

—hola Fabricio —saluda —¿Dormiste bien?.

Empuñó mis manos, al ver cómo finge que no ha pasado nada.

«De haber sabido que me iba a hacer algo así, me hubiera acostado con ella».

—¡¿Cómo pudiste hacerme esto?¡ —le reclamo a gritos.

—¿Hacer que? —luce como si no supiera lo que hizo.

—¡Las fotos! —le aclaro.

Ella fruce el seño.

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