Santa Biblia Reina Valera 1960 - Mateo 18
21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
—ya deberías de pasar las aguas bautismales —termina de decir.
—¡¡Siiii!! —exclamo súper feliz.
Siento como si se me fuera a salir el corazón de tanta felicidad.
Hacia mucho que había anhelado esto.
Lo deseaba con todas mis fuerzas y ahora finalmente se ha hecho realidad.
—muchas gracias pastora —le digo.
—por nada, solo digo lo que siento de parte de Dios, pero primero que todo debes de ponerte a cuentas con Dios y solucionar toda cosa que tengas por ahí pendiente, que sabes que Dios no se agrada de eso.
Sigo conduciendo mientras escucho atentamente sus palabras.
Lo único que tengo por ahora que cuadrar es el asunto pendiente con ese Fabricio.
—bueno señora —respondo.
—entonces que tengas un buen día y no olvides estar muy pendiente de los cultos de la iglesia.
—si señora, Dios la bendiga —digo antes de cortar la llamada.
Pongo el teléfono en el lugar de siempre y doy un suspiro.
Por un lado estoy súper feliz, pero por otro lado me preocupa Fabricio, no sé que diablos se le vaya a ocurrir pedirme para darme su perdón.
Lo peor de todo es que es tan presumido y egocéntrico que hará cualquier cosa con tal de humillarme.
«Ayudame Señor, solo te suplico que me des mucha paciencia».
Tiempo después.
Llego a casa, después de darle las llaves del auto a uno de mis hombres, entro.
Me encuentro de salida a cinco jovencitas que han venido a encargarse del aseo de toda la mansión.
Apenas me ven bajan su cabeza y hacen una leve reverencia.
—Dios las bendiga —saludo.
Ellas se sorprenden al ver que las he saludado, pero ninguna se atreve a contestar.
Lo único que hacen es apurarse a irsen.
No las culpo, en el tiempo pasado fui bastante cruel con ellas.
«Que Dios me perdone por eso».
Camino por toda la mansión mirando lo reluciente que está y como huele de bien.
«El olor a limpio es maravilloso».
Tomo mi teléfono, le escribo a Jak mientras que prendo la televisión y voy a la cocina para hacerme algo.
Yo: serías tan amable en mandarme el número de J3.
Miro la cocina como literalmente brilla de lo limpia que está.
Paso mis dedos por la isla y se siente tan bien.
«Cero polvo».
Al ver la alacena para cocinar algo, me lleno de mucha pereza.
Al final la cierro y voy hacia la nevera.
Saco una caja de leche, me sirvo un poco en un vaso y me voy hacia la sala para ver televisión.