54. PASASTE LA PRUEBA.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Jeremías 31
26 En esto me desperté, y vi, y mi sueño me fue agradable.



Me quedo pensando en sus palabras y se me hace extraño que sea tan amable conmigo.

Digo desde que lo conocí no hemos sido tan cercanos, siempre he notado que es un chico apartado de todo, que mira las personas como excremento, así que ahora sea cercano conmigo es raro.

Además no sé qué clase de diversión es la que me está ofreciendo, por un momento me imagino un bar, licor e incluso me imagino drogas, según tengo entendido, él no es un tipo de fiar y anda metido en cosas raras.

Pero a pesar de todo me agrada y se que en lo profundo de él hay un chico bueno, que si se ha vuelto así es porque no le ha tocado una vida fácil.

—lo siento —rechazo su invitación —pero no puedo ir, tengo algunos trabajos pendientes de la empresa.

Mibsan ríe, aparte de su risa escucho música de fondo y más personas.

—¿Le estás diciendo que no a un Montreal? —pregunta.

—supongo que si —digo con indiferencia fijando mi vista en la carretera.

Él suspiró.

—no estoy de humor para obligar a nadie —dice al final —pero mañana si iremos a divertirnos.

«No sé porque tanto empeño».

—¿Por qué? —pregunto.

—¿Por qué?, ¿Que? —pregunta de vuelta.

—¿Porque eres así conmigo?.

—¿Enserio lo preguntas cuñado?, ¿Acaso no es obvio?.

Me quedo en silencio parando en el semáforo al no saber la respuesta.

—te estoy aprovechando, —responde —antes de que mi hermana te agarre del cuello, luego que se casen ya nada se podrá hacer.

«Ahora sí me dio risa».

Una risa triste se me escapó de los labios.

—soñar no cuesta nada.

—yo sé porque te lo digo —dice él muy seguro antes de colgar.

Doy un suspiro pensando en sus palabras.

«Ojalá las cosas fueran como él las dice».

Finalmente llegó al hotel en donde me hospedó y después de entrar a mi habitación voy a la ducha.

Minutos después.

Salgo del baño secando mi cabello con una toalla, mientras algunas gotas de agua caen en mi pecho, llevo apenas una toalla envuelta en mi cintura, sintiendo mi cuerpo relajado pero con muchas cosas en mi mente.

Voy hacia la pequeña sala de la suite por mi computadora cuando me encuentro con una mucama.

Es una chica de cabellos negros, los cuales los tiene recogidos en una coleta alta, lleva un uniforme el cual muestra más de lo que debería mostrar, aparte de eso los botones de su escote están desabrochados.

«Odio tener que ser tan observador».

Está apenas me ve, el trapo que llevaba en sus manos cayó al suelo y su boca se abrió en una O de asombro mientras se quedaba anonadada viendo mis pectorales.

Es ahí cuando recuerdo que no tengo camisa.

Dejó de secar mi cabello y con la misma toalla me cubro molesto.

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