Santa Biblia Reina Valera 1960 - Mateo 28
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
«Otra vez Leticia».
—¡Holaaa! —dice bajando del auto —¿Lista para un nuevo día de búsqueda?.
—creo que no —respondí sin ánimos.
No es que me parezca aburrido alistar para la boda, pero el solo hecho de recordar todos los vestidos que me he medido, siento ya no poder más.
Además yo quería que Gracia me acompañara, pero de un momento a otro a sabido cambiar de parecer y sigo sin entender porque.
Horas después.
—no, no me parece —habla mi madre —ese vestido está muy ceñido al cuerpo.
Pues si, aquí me encuentro subida en una pequeña plataforma mientras mi madre opina acerca del vestido que llevo puesto.
—y dime Nina —habla Leticia —¿Tu que piensas?.
—pienso que ya no me quiero medir más.
—oh vamos, este apenas es el número cincuenta.
Así como la escuchan, ya llevo midiendome cincuenta vestidos y ninguno es el indicado.
No le respondo nada, vuelvo al vestidor y me cambio, mientras lo hago mi teléfono vibra anunciando la llegada de un mensaje.
Le entrego el vestido a una de las chicas que me lo ayudó a poner y veo el mensaje.
Gracia: perdón 😥🥺.
No digo nada, solo la dejo en visto y me comienzo a poner mi propia ropa.
Nuevamente el teléfono vibró.
Después de estar lista mire la pantalla.
Gracia: te prometo que mañana si iré 😊.
Yo:😒.
Es lo único que le envío como respuesta.
No estoy brava pero quiero fingir enfado así ella me buscará más pronto.
Guardo el teléfono en mi cartera y salgo del vestidor.
—¿Ya te vas? —pregunta con horror Leticia.
Claro, como ella no es la que le toca medirse todos esos vestidos, que afán.
—si, ya me voy —contesto de manera seca.
Mi madre se para y me sigue al auto.
—creo que si esto sigue así, tendremos que viajar a París a buscar un vestido. —dice Leticia a mis espaldas.
No tengo ánimos de nada así que no le contesto.
Más horas después.
Me encuentro acostada en la cama con los pies de para arriba mirando la pantalla de mi teléfono.
Para ser más precisa estoy viendo el chat de wasapp de Deimond.
En estos momentos es donde más deseo hablar con él.
Me siento frustrada y creo que de alguna manera necesito su ayuda, sé que él también está haciendo lo que le corresponde a él para que todo salga perfecto.
Pero aún así me hace falta oír su voz, me hace falta verlo.
Lo bueno es que como hoy finalice las enseñanzas bíblicas, mañana podré pasar a las aguas bautismales y sé que ahí estará él.