Santa Biblia Reina Valera 1960 - Lucas 19
40 Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.Después de tener una discusión no pequeña con Deimond en la que solo yo discutí por cierto, ya que él nunca se toma enserio lo que le digo.
Le dije que no pensaba viajar con él, que me tiraría del avión en pleno vuelo sino lo hacía volver al aeropuerto.
Pero no me hizo caso, solo se divertía viéndome perder la paciencia.
Al final la ansiedad se comenzó a apoderar de mi, sentí que me desmayaba así que no me quedo de otra que irme a sentar en mi puesto.
Pero como Deimond se fue a sentar allá también, me fui para los últimos puestos en donde hay más turbulencia, pero eso no le impidió a él irse a sentar ahí.
-¡Señora Morgan! -grito al borde de la locura -¡Su hijo Deimond me está acosando!.
Deimond sonríe ante mis palabras.
-¿No te parece que ya estás bastante grandecita como para estar poniendo quejas y más a mi propia mamá? -dice él.
Tiene razón, pero... ¿Con quien más me puedo quejar en estos momentos?.
No le respondo, simplemente le dedicó una mirada asesina y decido ignorarlo totalmente.
«Si no lo miro, él no me ve».
Abro mi bolso y saco la diadema de escuchar musica y me la pongo para relajarme, cierro los ojos.
Apenas comienza la música a sonar, siento que me teletransportó a otro mundo, me siento plena.
Pero no falta el que interrumpe los buenos momentos.
Siento a Deimond acercarse más a mi.
-¿Que haces? -le pregunto abriendo los ojos.
Tiene unos audífonos en sus manos.
-quiero conectar mis audífonos a tu diadema para así escuchar musica juntos -responde sonriendo de manera inocente.
«Pero de inocente no tiene nada».
Le sonrió de la misma manera.
Luego le arrebató sus audífonos y se los arranco.
Deimond me mira sorprendido.
-esos audífonos eran los...-comienza a hablar pero lo interrumpo.
-¡Me vale! -le contesto.
-okey -dice recostandose en la silla -todo lo soporto por amor, daña todo lo que quieras, menos mi corazón -me manda un beso en el aire.
-¡Deimond! -le hablo con tono de advertencia.
Él sonríe.
«No tiene caso pelearle, jamás se lo va a tomar enserio».
Cierro mis ojos y vuelvo a centrarme en la música.
Poco a poco el sueño se comienza a apoderar de mi, es normal porque anoche no pude dormir bien por estar pensando en Duncan, además cada vez que me quedaba dormida inmediatamente comenzaba a soñar con ese suceso de hace muchos años.
Narra Deimond:
Luego de que Linda se cansó de pelearme, después de dañar mis audífonos favoritos, los cuales eran una marca única y me los había dado mi abuelita de cumpleaños, finalmente se quedó profundamente dormida y me dejó la mejor vista de mi vida.
Su precioso rostro y ni hablar de su cuerpo, ella siempre a tenido cuerpo lindo, pero ahora sus curvas son mucho más pronunciadas y ni hablar de otras cosas.