14. EXPULSADO DEL GRUPO.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 27
10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre;
Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción.
Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.



Aún desde la habitación de Deimond se pueden escuchar los gritos de Fabricio, gritos de impotencia e indignación.

Yo me recuesto a la puerta y lo escucho vociferar y lamentarse de su condición.

—¡Me largo! —gritó.

«Eso es una gran cosa».

No puedo seguir escuchando porque Deimond a abierto la llave de la ducha y se está bañando.

Minutos después.

La llave de la ducha se cierra y me siento un poco incómoda de estar aquí, ya que esta es la habitación de Deimond y de alguna forma se siente raro.

Tomo el pomo de la puerta con la intención de salir.

—si sales en este momento, posiblemente seas mujer muerta —escucho la voz de Deimond.

Volteo a verlo y este acaba de salir con una simple toalla enrrollada a su cintura, mientras que con otra se seca el cabello.

No les voy a negar que se ve...

—¿Te gusta lo que ves? —pregunta con una media sonrisa.

—¡Ja! —bufo desviando mi mirada para otro lado, aparentando que no me interesa.

Le doy la espalda y me quedo mirando la puerta.

Se forma un silencio incómodo mientras lo escucho cambiarse.

—parece que no conoces la vergüenza —hablo entre dientes.

—¿Que? —pregunta.

—parece que Fabricio se va a ir —comento.

—es lo más lógico —contesta mientras se oye un cierre de algo —ahora que se le ha venido el mundo encima, ¿No te parece que fue cruel de tu parte? —pregunta.

—no —respondo segura.

Deimond suspira.

Me decido por abrir la puerta, tocó el pomo, pero entonces siento unos brazos rodear mi cintura.

Siento la respiración calmada de Deimond en mi cuello.

—¿Que haces? —le pregunto tratando de safarme de su agarre, pero el ejerce fuerza.

—te abrazo —responde.

Es imposible que mi respiración no se descontrole y para colmo de males mi corazón palpita más de lo normal.

—pero se supone que tienes novia —le digo.

—cuantas veces tengo que decirte que no es mi novia —me dice al oído.

Justo en ese momento tocan a la puerta.

Inmediatamente me suelto de los brazos de Deimond y me siento salvada por la campana.

Aún sigo sin entender cómo le hace para ponerme tan nerviosa siempre que está cerca de mi.

Vuelven a tocar a la puerta.

—Deimond —llama Jason —¿Estas ahí?. —sigue tocando.

—si —responde Deimond exasperado —¿Que quieres?.

—¿Podrías abrir? —pregunta.

Deimond suspira con impaciencia y abre la puerta.

Jason lo mira, luego fija su mirada en mi.

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